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Columna
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El BCE y la inflación

José Carlos Díez

Versionando la mítica guaracha cubana, en el último Consejo del BCE, llegó el comandante Trichet y mandó a parar. En el comunicado oficial, el relato mantenía la coherencia con su política monetaria heterodoxa con esa frase tan tranquilizadora "las expectativas de inflación a medio plazo siguen ancladas". No obstante introducían un prudente sesgo con "las subidas de los precios del petróleo han aumentado los riesgos al alza de la inflación". Tras un periodo de riesgo real de deflación que ha obligado al BCE a llevar los tipos a cero en el mercado interbancario y dejar acceso ilimitado a la liquidez a las entidades europeas, el enfermo comienza a reaccionar, gracias al tirón de la demanda externa, y es hora de advertir a los agentes para ir desmontando las medidas extraordinarias que se han ido implementando en los tres últimos años.

No obstante, la crisis financiera sigue asolando nuestra querida Europa. En el último trimestre del pasado año, la crisis irlandesa consiguió que las emisiones de bonos corporativos europeos alcanzará su cifra más baja desde el cuarto trimestre de 2008, tras la quiebra de 2008. Los mercados financieros están lejos de funcionar con normalidad y el principio de Brainard recomienda a los bancos centrales actuar con gradualismo en entornos de elevada incertidumbre. ¿Cuál ha sido la postura de nuestra autoridad monetaria? Dar un golpe de timón de 180 grados y en la rueda de prensa posterior al Consejo, Trichet advirtió que el mandato del BCE es la estabilidad de precios y que, cómo quedó claro en julio de 2008, cuando está amenazada ellos actuarán.

En julio de 2008, el BCE cometió un error histórico subiendo los tipos de interés cuando la economía europea ya estaba técnicamente en la peor recesión de los últimos setenta años. Lejos de sacar lecciones y haber aprendido de sus errores los miembros del Consejo están dispuestos a cometerlo de nuevo. Es lógico, siguen los mismos en la mesa, el líder del error de 2008, Axel Weber, es el candidato a sustituir a Trichet, todos han cobrado íntegros sus bonus, siguen pontificando sobre las medidas necesarias para resolver los problemas nacionales y encima les han premiado con la nueva agencia que se encargará de realizar la supervisión macroprudencial de la banca europea para anticipar la próxima crisis. ¿Qué ha conseguido Trichet con política verbal? Subir los tipos de interés en el mercado y tensionar la curva.

La realidad es que la única inflación que supone una amenaza para la estabilidad de precios es el fuerte repunte de los precios de las materias primas. Entonces ¿el BCE pretende subir tipos para que los chinos moderen su demanda de barriles de petróleo o para qué los egipcios elijan a un líder que no amenace el abastecimiento de petróleo a través del Canal de Suez? Parece ridículo. El BCE debería preocuparse de los posibles efectos indirectos de las subidas de los precios de las materias primas sobre nuestros precios industriales y de segunda ronda sobre salarios y expectativas de inflación.

¿Cuál es la realidad de nuestros efectos indirectos y de segunda ronda? Los precios industriales de capital y de bienes de consumo siguen estancados. La demanda de empleo en la eurozona sigue estancada, los salarios crecen el 1% anual y nuestros costes laborales aún menos y siguen próximos a mínimos históricos. Por el lado de expectativas de medio plazo, los bonos indexados a inflación franceses reflejan que los inversores esperan que la inflación dentro de diez años esté próxima al 2% del BCE.

La inflación de servicios de la eurozona está en 1,3% anual, el mismo nivel de principios de 2010 y a pesar de la subida de impuestos indirectos en muchos países. La inflación alemana de servicios aumenta 0,6% anual y el consumo privado germano volverá a caer en el cuarto trimestre. La M3 crece el 2%, muy por debajo de su pilar monetario del 4,5% coherente con la estabilidad de precios, el crédito a hogares crece un 3% y el crédito a empresas está estancado.

Queda claro que no hay razones económicas evidentes para no seguir la recomendación de gradualismo de Brainard aunque todo apunta a que el BCE se volverá a equivocar de nuevo. La Fed mantiene abierta la monetización de deuda y el efecto Trichet conseguirá que el euro continué su escalada alcista con el objetivo 1,45 contra el dólar, por lo que el BCE está siguiendo lo que la literatura denomina empobrecimiento del vecino. El problema es que el vecino somos los ciudadanos europeos.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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