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A fondo

El giro liberalizador del modelo aeroportuario

Si a alguno de los dirigentes históricos del sindicato de controladores, USCA, le hubieran convertido en adivino hace tan solo un año para que predijera la deriva que iba a adoptar la situación profesional y laboral del colectivo y, aún más, la evolución del modelo aeroportuario y del control de tráfico aéreo español, es seguro que no hubiera logrado predecir ni un 5% de los acontecimientos, disposiciones legislativas o dibujos organizativos que hoy son ya un hecho o están en perspectiva cierta de entrar en vigor.

En este tiempo récord se ha pasado de la imposibilidad de renovar el convenio de los controladores a imponer su modificación con un laudo; de sumar ingresos anuales medios de 350.000 euros por cada profesional de control a una cuantía más moderada de 200.000; de que los afiliados a USCA dominaran la gestión de los turnos de trabajo, las vacaciones y aún el acceso a la profesión, a que todos estos conceptos sean manejados por AENA e, incluso, por empresas privadas.

Pero no solo ha cambiado la vida de los controladores. La revolución ha llegado a las formas de gestión del tráfico aéreo y al modelo aeroportuario. En solo un año se ha puesto en marcha el sistema de control sin controladores, denominado AFIS; se ha lanzado la liberalización del servicio en las torres de control de buen número de aeropuertos. Se ha aprobado que la explotación de los dos principales aeródromos, Madrid-Barajas y Barcelona-El Prat, salga a concesión y el resto serán regidos por una empresa con un 49% de capital privado, o por las filiales territoriales que creará esta nueva corporación. Más cambios: las tasas o precios públicos de los servicios aeroportuarios, que el Gobierno y el Parlamento establecían año a año, pasan a ser tarifas privadas; los comités de rutas, creados casi a la fuerza por las comunidades autónomas, ahora toman carta de naturaleza y jugarán un papel crucial.

Nadie podría asegurar que el conflicto que ha enfrentado durante 2010 a los controladores con AENA y con Fomento es el único resorte que ha desencadenado el cambio del modelo aeroportuario ni la revolución en los procedimientos de gestión del tráfico aéreo. Pero ha resultado uno de los factores determinantes de la profundidad que finalmente alcanzará la transformación.

El dibujo que en 2012 tendrá la gestión de la red de aeropuertos españoles y de los sistemas del control, históricamente en manos AENA, todavía no está del todo perfilado. Sin embargo, a estas alturas ya se puede asegurar que un Gobierno socialdemócrata, como es el que preside José Luis Rodríguez Zapatero, y un ministro al que no se puede tachar de "conservador", como José Blanco, han diseñado y lanzado en un tiempo récord una reforma del sistema aeronáutico que, sin llegar a la radicalidad del modelo imperante en el Reino Unido, es, tal vez, el más liberalizador entre el resto de los países homologables de la Unión Europea.

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