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Tribuna
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'Open Government' y crisis económica

La gravedad de la crisis y su impacto en el déficit público (menos ingresos tributarios y más gasto social) han puesto sobre la mesa, con mayor virulencia que nunca, el debate sobre la calidad, la dimensión y la territorialidad de nuestro complejo sistema de Administraciones públicas. Es decir, un debate sobre la eficacia y la eficiencia de nuestros Gobiernos.

A esta difícil situación coyuntural hay que añadir el histórico déficit en la productividad de nuestro sistema público, como consecuencia de una densidad procedimental y competencial. La arbitrariedad y la opacidad en la gestión de muchos procesos, junto a la resistencia de algunas áreas o cuerpos a perder privilegios, completan el panorama.

Mientras, una sociedad cada vez más crítica y conectada se vuelve más exigente hacia la Administración, a la que percibe, en buena parte a partir de prejuicios y tópicos, como lenta e improductiva. O incomprensible. Existe una necesidad urgente de ideas y propuestas calendarizadas que nos ayudan a recuperar tiempos y metas que deberíamos haber alcanzado. Nos jugamos la calidad del servicio público, su sostenibilidad económica y, también, su contribución positiva a la satisfacción ciudadana respecto a la democracia, sus instituciones y su sistema de valores. Y todo ello está, hoy, cuestionado parcialmente.

El uso inteligente, profundo e intensivo de las nuevas tecnologías para aumentar su eficiencia y disminuir la burocracia, junto a una profunda transformación cultural de lo que se espera de la función pública en el siglo XXI, son un desafío inaplazable. Apostar decididamente por el Gobierno abierto es una de las reformas más importantes, también para el futuro de la economía española, antes de que se imponga la tentación fácil de suprimir, recortar o mercantilizar los servicios públicos. Estas son sus claves:

l Comunicación online y coordinación en red entre Administraciones, como garantía de superación de procesos y estructuras obsoletas.

l Incentivar la innovación y la proactividad en la Administración, favoreciendo el talento colectivo, para poner en el epicentro funcional al ciudadano, no al organigrama.

l Cultura non stop. La tecnología al servicio de las personas 24 horas al día, 365 días al año. Máxima flexibilidad. Acceso al servicio en cualquier circunstancia ciudadana como objetivo prioritario.

l Promoción profesional del open data. Cocreación y crowdsourcing con los usuarios y los proveedores en la definición o prestación del servicio público. La actividad económica alrededor del diseño de nuevos servicios, a partir de datos públicos, es un estímulo imprescindible para la calidad del servicio y la nueva economía.

La gran revolución de la Administración dependerá de la implementación de estas claves sustentada en tres objetivos: favorecer la transparencia, dar más poder a las personas (usuarios y profesionales) y ofrecer unos servicios más eficaces. Para ello, la convergencia entre el espacio físico y digital a través del teléfono móvil será un elemento clave. Los móviles son el instrumento más versátil, global y potente que nunca hemos disfrutado. También para relacionarnos con la Administración.

La inaplazable transformación de sus estructuras puede encontrar una oportunidad en entornos digitales pensados para las aplicaciones personales y móviles: apps, geolocalización, realidad aumentada, etc.

Pero los cambios hacia una verdadera e-Administración no son solo tecnológicos: se trata de una nueva cultura de la comunicación, un nuevo modelo organizativo y la liberación del talento creativo dentro y fuera de los perímetros de la función pública. No hablamos solo de tecnología, sino de una tecnología social y relacional que impulsa y estimula una cultura de cambio en la concepción, gestión y prestación del servicio público.

El calendario de reformas estructurales debe incluir la reforma tecnológica de las Administraciones, si queremos que contribuya decisivamente a la lucha contra la crisis económica. De ello depende que enterremos, también, el tópico del "vuelva usted mañana" de Mariano José de Larra. No hay tiempo que perder. O los que no van a volver mañana son los que hoy, ingenuamente, piensan que su seguridad y su estabilidad están garantizadas.

Antoni Gutiérrez-Rubí. Asesor de comunicación pública y política

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