La UE debe rematar su plan anticrisis
El guion pactado por los líderes de la UE a finales de 2010 para intentar zanjar la crisis de la deuda soberana ha comenzado a cumplirse esta semana. En su primera reunión del nuevo año, los ministros de Economía de la UE (Ecofin) y de la zona euro (Eurogrupo) trazaron ayer y anteayer, respectivamente, las líneas de combate para estabilizar la zona euro y recuperar la credibilidad ante los mercados.
El ejercicio, según los principios pactados pero pendientes de convertirse en ley, pasa por reforzar el actual fondo de rescate de la zona euro, por estrechar la coordinación económica entre los socios y por repetir, con más rigor aún, los test de solvencia aplicados el año pasado al sector bancario europeo. Hasta ahí, la estrategia parece la correcta. Pero sigue habiendo riesgos en cuanto al calendario y la aplicación de las reformas. Y, como advirtió ayer el comisario europeo de Economía, Olli Rehn, los líderes comunitarios no deben confiarse después del alivio, más psicológico que real, en la crisis de la deuda soberana de algunos socios de la Unión Monetaria. El tiempo apremia y la Unión no puede permitirse una primavera tan traumática como la de 2010 si no quiere que, a final de año, se le amargue el 10o aniversario de la puesta en circulación de billetes y monedas de euro.
Por ese motivo, la zona euro debe cerrar cuanto antes, y en marzo como muy tarde, el acuerdo sobre la capacidad financiera del fondo rescate de la zona euro, dotado ahora con 750.000 millones de euros en teoría, pero con poco más de la mitad en recursos disponibles para ayudar a los países en dificultades.
Berlín, el principal contribuyente de los avales de ese fondo, acepta la ampliación, pero ha exigido a cambio un endurecimiento del Pacto de Estabilidad. El deseo alemán es comprensible y correcto. Y el resto de países deben aceptarlo y evitar que el debate sobre la reforma del Pacto retrase indebidamente el acuerdo para reforzar la credibilidad de los mecanismos de rescate. Unos mecanismos a los que se debe permitir, además, la capacidad de intervenir de manera preventiva (comprando, por ejemplo, bonos en el mercado secundario) para frenar los movimientos especulativos peligrosos.
La intervención política (mayor rigor fiscal) y pecuniaria (un fondo de rescate mayor) quedarán incompletas sin un ejercicio de transparencia incuestionable en el sector financiero, origen de la actual crisis. El Ecofin apuntó ayer, sin alcanzar un acuerdo definitivo, a un endurecimiento de los test de estrés (con un cómputo más completo de la deuda soberana en las carteras de los bancos) y a un test complementario para verificar la liquidez de cada entidad. Otra iniciativa correcta que debe llevarse a cabo.