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Columna
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El sucesor de Steve Jobs

Apple necesita una delegación de poderes más formal. Steve Jobs está entregando el control del día a día al jefe de operaciones, Tim Cook, debido a cuestiones de salud. Sin embargo, Jobs conserva su título de director ejecutivo. Esta es ya la tercera maniobra y esta vez la entrega es indefinida. Aunque dolorosa, una transferencia más formal al director suplente habría sido mejor.

La empresa y sus accionistas pueden estar tranquilos, ya que las dos últimas transferencias -también a Cook- se llevaron a cabo sin problemas. Las operaciones de Apple no mostraron signo de deterioro alguno con la gestión provisional. Cook trabaja en Apple desde hace más de una década y ha sido director de operaciones durante varios años.

Por otra parte, Jobs ha prometido mantener el control sobre las grandes decisiones estratégicas, pese a que su estado físico es una preocupación creciente. La compañía no ha dicho exactamente cuál es el problema, pero el último revés deja un tratamiento previo para el cáncer de hígado y un trasplante de órgano. Además, el carácter indefinido del descanso de Jobs se suma a la preocupación de los empleados y los inversores. En estas circunstancias, Apple podría haber nombrado explícitamente a Cook director ejecutivo suplente. Eso dejaría a Jobs como presidente con la última palabra sin las agotadoras tareas diarias de control. Esta división proporcionaría claridad y otorgaría a Cook un mandato apropiado, dada la responsabilidad de supervisar un grupo de 300.000 millones de dólares (unos 225.000 millones de euros).

Jobs desempeña un papel descomunal en Apple. æpermil;l es probablemente el mejor ejecutivo en tecnología. Pero su reputación depende también de un mantenimiento lo más sólido posible de la compañía -incluso si eso significa formalmente soltar el asa-.

Por Robert Cyran.

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