Informe con luces y sombras
Personalmente encuentro que lo más interesante del discurso con que el presidente del Gobierno ha presentado su Informe Económico anual ha sido la firmeza y la insistencia con que se ha comprometido a llevar adelante las reformas necesarias aunque no se consiga el deseable consenso de los agentes sociales. Recuerda el tono con que presentó el plan de austeridad de mayo y que luego repitió en el de diciembre. Se podría temer que se repitieran una vez más las frecuentes promesas incumplidas en el pasado, en cuanto a su contenido o al calendario, pero la gravedad de la situación explica, y quizás garantice, que se mantenga el cambio de rumbo y de actitud respecto a la política económica.
Parece que el presidente incluso se ha llegado a convencer de que el flanco más favorable para los ataques de los mercados y de los especuladores a la solvencia de nuestro país es la falta de credibilidad de sus responsables económicos. Quede pues esculpida en granito la afirmación de que "hay algo peor que la ausencia de consensos amplios para fraguar y aplicar las reformas, que es la ausencia de reformas" a lo que convendría añadir "y su excesivo retraso o la deformación de su contenido".
Resulta también interesante que al describir, al principio de su discurso, la situación del año a que se refiere el informe considere la consolidación fiscal como "la interpretación más positiva que cabe hacer del año" y que vea en ello el camino para asegurar el futuro de nuestro crecimiento, por lo que se propone seguir con la misma estrategia en 2011.
A continuación, el presidente hace un breve balance de la evolución de la economía mundial y se detiene algo más en una optimista interpretación de lo que ha aportado la presidencia española, en su turno rotatorio, a la UE, dando quizás más importancia a la Estrategia común para el crecimiento y el empleo que al nuevo marco de regulación financiera y de posible gobernanza, que tan vital puede ser para el futuro del euro.
Al entrar a recordar, con bastante realismo, la situación de nuestra economía, llama la atención la importancia que da el presidente a la llamada Estrategia de Economía Sostenible, que presentó como anteproyecto de ley en diciembre de 2009 en el Congreso de los Diputados y que, por fin, se espera aprobar "en las próximas semanas". La finalidad de pretender modernizar nuestro sistema productivo es indiscutible, pero otra cosa es cómo se piensa conseguir.
Sin entrar a valorar el rápido y optimista recorrido que hace en su discurso el señor Rodríguez Zapatero por las políticas aplicadas en la fase inicial de la crisis y sus resultados antes de los cambios que se hicieron en mayo del 2010, nos parece que se merece una especial atención la exposición del "claro e inequívoco compromiso del Gobierno" sobre las reformas que se están tramitando.
Hay realismo en la referencia que se hace a la reforma del sistema financiero. Más discutible resulta lo referente a la reforma laboral, que se aprobó por ley en septiembre y también se promete completar "en las próximas semanas", aunque para la negociación colectiva, que se reconoce que necesita "una reforma en profundidad", se siguen dando largas y se propone como tope para terminar las discusiones "las primeras semanas de la primavera". En la reforma del sistema de pensiones se ha anticipado la decisión definitiva al 28 de enero y es de esperar que no se desfigure su contenido como ocurrió con la reforma laboral. Se añade al plan de reformas, del que se ha venido hablando hasta ahora, la del sector servicios, mediante el proyecto de Ley de Servicios Profesionales, que se aprobará en febrero. Se trata de una importante decisión porque se reconoce que es la "principal fuente de nuestro diferencial de inflación con la UE", como de nuevo ha aparecido, a pesar de la crisis, en el IPC de 2010.
Finalmente, consideramos que puede ser alarmante la forma cómo se va a intentar desarrollar el Plan Integral de Política Industrial, aprobado recientemente, porque puede pretender desplazar la responsabilidad de la iniciativa empresarial privada, asesorando desde el Gobierno una estrategia de expansión y otorgando financiación para desarrollarla. Se intentaría así realizar la reforma del sistema productivo lo que podría ser un grave error incompatible con los principios de la UE, aunque sea la tentación que acecha a muchos países comunitarios cuando se habla de estrategias para el crecimiento y el empleo.
Eugenio M. Recio. Profesor honorario de ESADE (URL)