El paro es la pesadilla más prolongada
El pasado año se destruyeron 219.000 empleos. Una noticia nefasta, y más si se considera que el número de parados registrados en las oficinas de empleo supera ya los 4,1 millones. Pero los datos del mercado laboral también ofrecen una cara positiva: la fuerte disminución en el ritmo de desintegración de puestos de trabajo en comparación con los años 2008 y 2009, cuando se perdieron 840.000 y 727.000 empleos respectivamente. No cabe duda que la cara más terrible de la crisis, el desempleo, empieza a remitir, aunque no deja de ser la pesadilla más prolongada.
En buena parte, esta ralentización en la destrucción de puestos de trabajo se debe a que las empresas llevan tres años ajustando su capacidad, con la consiguiente adaptación de las producciones a la demanda. La concentración de los empleos desaparecidos en el sector de construcción -responsable de nueve de cada diez- demuestra que los servicios han encontrado un equilibrio en sus plantillas. Sin embargo, la caída en el empleo industrial es muy preocupante. Primero, por la calidad del trabajo que ofrece y segundo, porque el sector manufacturero debería reaccionar al fuerte aumento de la demanda internacional. Si la industria no reacciona a los estímulos exteriores, la posibilidad de una recuperación sostenible es mínima. En definitiva, y mientras la construcción residencial no se recupere, es a la demanda externa a la que le corresponde tomar el relevo para salir de la crisis.
Las perspectivas para este año no parecen tan halagüeñas como vaticinó ayer el Gobierno, que prevé que en la segunda mitad del año se empezará a crear empleo neto. Si la industria no toma el relevo gracias a la recuperación de mercados como el alemán o el francés, sus principales clientes, se hace cuesta arriba creer que lo harán la construcción o los servicios. El primero es todavía incapaz, tras los fuertes recortes en la obra pública y la incapacidad del residencial para digerir a corto plazo el stock de viviendas sin vender. Respecto al segundo, el único que ha dado muestras de actividad el pasado año, es un empleo de escasa cualificación y, por tanto, de un nivel adquisitivo bajo que poco contribuye a reactivar el consumo. El secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, reconoció ayer que buena parte de empleo creado en 2010 es gracias a la hostelería y a la ley de dependencia.
Parece obvio que la forma de crear empleo es que repunte la actividad interna, algo improbable con crecimientos cercanos al 1%. Se comprende así que solo dos de cada diez encuestados por el CIS crean que mejorará el empleo este año, un pesimismo que no contribuye a generar consumo. Los responsables políticos, del Gobierno y la oposición, están obligados a devolver a las familias una confianza sin la cual será imposible reducir las listas del paro.