Viva la imaginación
Ayer, comenzó una era distinta para los fumadores. Se acabó el cigarrito de después de comer de menú en el bar de todos los días poniendo verde al jefe y a algún que otro compañero. Y ¿cómo han reaccionado los hosteleros? Pues ha habido de todo, por imaginación que no quede. Los hay que ya sueñan con un nicho de negocio inagotable: los clubes de fumadores. La mayoría asegura que sacarán mesas a la calle con estufas tipo champiñón para no perder clientes y que éstos puedan echarse un pitillo mientras consumen la caña de rigor aunque sea bajo cero. Pero siempre queda el práctico, el mesero de toda la vida: "Yo dediqué cinco minutos a la adaptación: guardé todos los ceniceros, pero no los he tirado, no sea que dentro de un tiempo la ley vuelva a cambiar".