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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La encrucijada del biodiésel

Siete plantas de biodiésel españolas, sobre 53, han cerrado en el presente año. Varios son los motivos. Uno, la evidente sobredimensión del sector, que ha colocado a España como segundo productor europeo. De hecho, el cierre de estas instalaciones ha implicado solo una reducción del 3% de la producción global, ya que la mayoría está trabajando muy por debajo de su capacidad. Evidentemente, la industria corrió un riesgo apostando por un mayor consumo que no está cumpliéndose y precisa un ajuste. Además, se enfrenta también a las importaciones argentinas, doblemente subvencionadas al recibir apoyo del Gobierno latinoamericano a la producción en origen, por un mejor trato a la exportación de biodiésel, y también de la española al consumo. Esto supone 200 euros menos por tonelada que el español, lo que explica que acaparen el 60% del mercado. Por contra, la producción española se queda fuera, porque exportar a Argentina es inasumible en costes. Acertadamente, el Gobierno español va a reconducir el equilibrio obligando a las petroleras españolas a que el 5,9% de mezcla obligatoria de biocarburantes para 2011 se adquiera en plantas europeas, dejando para la importación lo que supere el mínimo. Puede parecer una medida proteccionista, pero simplemente recompone el fair play comercial.

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