La tragedia de Madoff no cesa
Un hombre de 46 años apareció colgado el sábado en su lujoso apartamento del SoHo neoyorquino, un acto que la policía calificó como presunto suicidio.
Una escena triste y sórdida que, como es frecuente, es la continuación de una tragedia. En este caso, la muerte de este hombre, Mark Madoff, es un capítulo más de la historia de una de las grandes estafas financieras del siglo. Un fraude protagonizado por su padre, el mundialmente famoso, Bernard Madoff, quien exactamente dos años antes de este suicidio era detenido por las autoridades tras ser denunciado por sus hijos, el ahora finado Mark, y Andrew.
Bernard Madoff admitió su crimen, una estafa basada en un esquema piramidal en la que se evaporaron miles de millones (se ha llegado a calcular que 50.000 millones) de inversores que perdieron todo tras confiar durante años en un hombre que multiplicaba rentabilidades. Aquellas cuentas eran ficción y la crisis financiera obligó a Madoff a reconocer a sus hijos, que trabajaban en la sala de intermediación de su famoso padre, la gran mentira en la que vivían.
Los hermanos llamaron a las autoridades y se inició un proceso que acabó con Bernard Madoff en la cárcel hasta el fin de sus días, pues cumple una condena de 150 años. El estafador dijo que trabajaba solo pero ya hay siete personas encausadas o en la cárcel mientras sus víctimas buscan reparación en medio de la desolación de haber perdido los ahorros. Su familia, los Madoff, vive en la infamia, el estado de sospecha, la depresión y el desarraigo.
Ni su esposa, Ruth, ni sus hijos, ni su hermano Peter, han sido acusados de ningún delito, aunque han sido investigados. No obstante, los abogados de todos ellos han lidiado con demandas para la devolución de dinero ganado con las actividades ilícitas de Bernard.
Irving Picard, el abogado que el tribunal designó como fideicomisario para recuperar el dinero de las víctimas, ha llamado, armado de demandas, a la puerta de la familia Madoff repetidamente, igual que lo ha hecho con bancos y firmas de inversión que trabajaron con Bernard o que se beneficiaron, sin dolo, de la estafa a expensas de las víctimas. En los últimos días Picard no solo ha requerido dinero a bancos como el Citibank, Natixis, Fortis, ABN Amro, Merrill Lynch y BBVA, entre otros sino también a los hijos de Andrew y de Mark.
Según el abogado de este último, la depresión ha sido compañera de su cliente, quien desde hacía dos años no hablaba con sus padres y cuya esposa (la segunda) se había cambiado de apellido para pasar desapercibida. Una de las cosas que ha lamentado es que le era imposible encontrar trabajo. Cambiar su nombre era una opción.
Pero parece que optó por otro camino. Mark envió e-mails en la madrugada del sábado a su mujer, que estaba en Florida. Alguien tenía que ir a su casa a vigilar a su hijo de dos años. El padrastro de ella fue y se encontró al niño aún dormido mientras su padre cerraba el capítulo de su drama.