Invirtiendo en el futuro
El otro día tuve la desagradable experiencia de visitar mi antigua facultad, la de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid. No había vuelto desde que recogí el título. No fui a Económicas por vocación, pero sí con interés. Y tuve suerte, porque lo que sí resultó luego vocacional fueron los mercados financieros y el empresariado, así que puedo decir que he estudiado algo que me gusta y que me ha sido muy útil. Si a esto añadimos que no me ha ido mal ni en los mercados ni como empresario, les puedo asegurar que iba a la Universidad contento y, hasta cierto punto, agradecido. ¡Qué decepción! La facultad está exactamente igual que la dejé, pero como si hubieran despedido al servicio de mantenimiento el mismo día que me fui. Suciedad, desconchones, hierros enmohecidos... Todo muy edificante. En ese mismo periodo se han gastado ingentes cantidades de dinero en fastos y obras públicas que solo han servido para mayor gloria de los políticos (y sus amigos constructores). Y, por si esto fuera poco, añadamos dos hechos: uno, que los impuestos no han dejado de subir. Que no le cuenten milongas: lenta pero inexorablemente, sumando imposición directa e indirecta, nacional o autonómica, los impuestos no han dejado de subir con ningún partido en el poder. Dos: cada vez hacen falta notas más altas para poder elegir carrera en una universidad pública, lo que significa que no han aumentado su capacidad desde hace años (ni el mantenimiento de las existentes, obviamente). En otras palabras, cada vez pagamos más impuestos, pero cada vez hay menos posibilidades de mandar a una universidad pública a nuestros hijos. Vamos, igualito que en Suecia.
Ya que por fin se habla de economía sostenible y de un nuevo modelo productivo, bien podrían empezar por el principio, que no es otra cosa que la formación de los futuros profesionales. EE UU no es lo que es por casualidad. Visiten sus universidades públicas, quédense pasmados con las privadas y estarán conmigo en que entre los muchos daños que han hecho los políticos a España, este es de los peores.
Víctor Alvargonzález. Consejero delegado de Profim