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Tribuna
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La corrupción, un mal negocio para todos

Hace siete años la ONU declaró el 9 de diciembre Día Mundial contra la Corrupción. Por desgracia estos últimos años hemos sido testigos de muchos casos de corrupción en muchos países. No hay muchos datos fiables sobre corrupción. Transparency International, en base a opiniones de expertos, sitúa a España en el puesto 30 sobre un total de 178 países para 2010.

En cuanto al sector privado existen diferentes estimaciones sobre economía sumergida; para España el rango suele estar en torno al 20%-25% del PIB. En España hemos visto casos a lo largo y ancho de todo el espectro institucional, geográfico y político. Por ejemplo en ayuntamientos, llegando al extremo de procesamientos individuales e incluso disolución colectiva; también otras entidades públicas, incluso los partidos políticos, han sufrido la vergonzosa experiencia de la corrupción.

Muchas veces destapados por intereses partidistas, han sido aireados por los medios de comunicación y el ciudadano ha asistido con asombro y frustración al procesamiento de algunos responsables.

Según la Guía práctica para la gestión de riesgos en corrupción editada por la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas, el sector público presenta importantes riesgos de prácticas corruptas: apropiación indebida de bienes públicos, malversación de fondos o abuso de poder, entre otras. ¿Y el sector privado?, ¿está libre de corrupción?, ¿es más transparente? El sector privado, a veces en connivencia con el público, con incidencia especial en sectores como inmobiliario y construcción, también presenta riesgos claros: soborno, extorsión, blanqueo de capitales y otras prácticas de economía sumergida. Sin duda un número de empresas difícil de determinar considera que gracias a ciertas prácticas corruptas el beneficio económico puede aumentar.

Nada más lejos de la realidad, si consideramos que los riesgos asociados pueden poner en peligro la propia viabilidad de la empresa. A lo largo de la crisis global que empezó en 2007 lo hemos visto en muchas ocasiones. La corrupción incrementa los costes y distorsiona los precios, las condiciones del mercado y la competencia, desincentivando la inversión. Enmascara el análisis del éxito o el fracaso de una operación comercial, al no poder medir con exactitud si la práctica corrupta ha influido y en qué proporción.

La corrupción es un lastre para la sociedad, para la economía de un país y para las propias empresas. Es importante considerar la corrupción no como una vía rápida al beneficio, sino como un riesgo real con serias repercusiones económicas, reputacionales e incluso penales tanto para la empresa como para accionistas, directivos y empleados.

El Pacto Mundial de Naciones Unidas fomenta el crecimiento sostenible tanto para las empresas privadas como para el sector público y entidades del tercer sector. Se trata de impulsar en todas ellas la creación de valor, la gestión de riesgos, la calidad y la excelencia de acuerdo con su objeto social específico. Y hacerlo de forma que las estrategias presten la atención debida a las cuestiones relativas a derechos humanos, normas laborales, medio ambiente, lucha contra la corrupción y desarrollo.

El Pacto Mundial promueve además que estas estrategias se lleven a la práctica de forma transparente, dialogando con los grupos interesados en la actividad de la entidad en cuestión y facilitando la unión de fuerzas en plataformas de trabajo privadas o público-privadas. De esta forma se generan nuevas oportunidades reales de actividad y negocio, construyendo mercados más transparentes y sostenibles.

La actividad económica y los mercados se han globalizado y como consecuencia también la corrupción y sus consecuencias. Con esta visión global debe abordarse la lucha contra la corrupción, incluyendo colaboración público-privada para mejorar los mecanismos de prevención y control. Las medidas coercitivas funcionan, pero son más eficaces con una buena dosis de mecanismos empresariales de comportamiento ético, de prevención y detección, de incentivos y retribución, en definitiva de buen gobierno empresarial. Las empresas que operan en varios países deben esforzarse en implantar en todos ellos los mismos estándares que en sus países de origen, no solo en países desarrollados sino también en los emergentes.

En España el Pacto Mundial de Naciones Unidas celebra este Día Mundial contra la Corrupción publicando, el próximo 19 de enero, una guía práctica para ayudar a las empresas a implantar medidas. Los buenos negocios y sus beneficios tienen que basarse en la transparencia y la ética. La corrupción es un mal negocio para todos.

Juan de la Mota. Director de la oficina española del Pacto Mundial

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