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Columna
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El rescate de Irlanda no aleja las dudas

Europa puede hacer frente muy pronto a la ley de rendimientos decrecientes. El rescate de Grecia en mayo incluyó un plan de choque mediante garantías adicionales y operaciones de liquidez para calmar el pánico de los mercados. El de Irlanda de 85.000 millones de euros (casi el 20% financiado con el fondo de pensiones irlandés) supone también algunas buenas noticias, pero menos que antes. La esperanza es que los inversores no ataquen a otros países.

El rescate, otorgado por diferentes prestadores, le dará a Irlanda suficiente dinero para refinanciar su deuda en los próximos tres años y recapitalizar sus bancos. Las entidades recapitalizadas deberán financiarse del BCE y de los mercados. Y el Estado recibirá fondos con un plazo de vencimiento de siete años y medio, aliviando la presión de financiación inmediata cuando termine el plan. Incluso tendrá un año adicional, hasta 2015, para alcanzar la meta del déficit del 3% del PIB.

Las condiciones del préstamo no son ideales para Irlanda: el plan parece costoso y carente de transparencia, por los diversos prestadores. Sin embargo, el tipo de interés del 5,8% está casi en la línea con el de Grecia tras ajustar un vencimiento a más largo plazo. El paquete también contiene una buena noticia para otros Gobiernos periféricos. Europa ha decidido no recortar a los acreedores sénior de la banca irlandesa. Esto debería facilitar la refinanciación de deuda bancaria y mantener la financiación de su Gobierno. Grecia tendrá que extender el vencimiento de sus préstamos.

Europa ha dado poca claridad sobre su futuro mecanismo de rescate, que será lanzado en 2013 y que ha asustado a los mercados. Las cláusulas para obligar a los acreedores a asumir pérdidas solo serán incluidas a partir de 2013, y no en 2011, como se insinuó la semana pasada. Y las pérdidas sobre los acreedores no serán automáticamente obligatorias en las reestructuraciones futuras, sino que se decidirá caso por caso.

La esperanza es que esto alivia los temores y evita la subida constante del rendimiento de los bonos periféricos que ha afectado en las últimas semanas a Portugal y amenaza ahora España. Lisboa puede evitar un rescate si se apega a su plan fiscal y el BCE mantiene la financiación. Pero la demanda de la deuda periférica es débil y se ha visto dañada por la volatilidad del mercado. Si el rendimiento del bono portugués no baja, la atención se centrará cada vez más en España. Y este es un bolo que la zona euro no puede permitirse el lujo de dejar caer.

N. Unmack / P. Briançon

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