Reformas y zozobras financieras
Los mercados financieros parecen no dar tregua. Después de las turbulencias del pasado mayo, en las últimas semanas estamos viendo una nueva entrega de esta crisis que ya dura demasiado y cuya salida cada día parece más compleja. El abultado déficit de la economía irlandesa le ha conducido a buscar refugio obligado en la Unión Europea y las incertidumbres han vuelto a contagiar a otros países de la eurozona como España. Sin embargo, y con el temor de resultar repetitivos, se debe explicitar nuevamente la mejor situación relativa de las cuentas públicas de nuestro país, así como la mejor posición de las entidades financieras españolas con el propósito de, cuando menos, aminorar las dudas que acechan en los mercados, si bien, ello no es óbice para insistir en la agenda de reformas que no entiende de tiempo electorales o políticos.
En primer lugar, los guarismos del sector público español son bien distintos a los de Irlanda, Portugal o Italia. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, el conjunto de la Administración acumulará una deuda a cierre de año del 63% del PIB. Es cierto que ha crecido rápidamente en los últimos meses pero en todo caso su porcentaje sobre el PIB aún es 50 puntos inferior al de Italia, 30 respecto a Irlanda y 20 puntos si se compara con Portugal. Además, a final del lustro 2010-15, la deuda española aún se situará por debajo de cualquiera de las ratios del resto de economías afectadas por esta nueva ola de desconfianza. Por cierto, la deuda de Alemania terminará 2010 en el 75,3% del PIB.
En segundo lugar, los inversores están preguntándose también si aún con una deuda pública reducida, la dinámica de los ingresos fiscales hará posible su amortización, sobre todo habida cuenta del reducido crecimiento esperado para la economía española en los próximos años. Pues bien, a partir de las previsiones del FMI, los ingresos públicos en España registrarán un crecimiento promedio anual en el periodo 2010-15 del 4,2%, aún cuando el PIB solo lo haga en un 2,5%. Así pues, la ratio de deuda pública respecto a los ingresos fiscales cerrará este ejercicio en el 1,7 y en ningún momento de este lustro pasará de 2,1; toda vez que Irlanda alcanzará el 2,8; Italia el 2,6 y Portugal el 2,4. Además, las previsiones de crecimiento medio de los gastos en España para el lustro se sitúan en el 1,3%.
En la misma línea, España no presenta un sector financiero intervenido, con escaso capital o problemas de solvencia. La publicación de los test de estrés del conjunto de las entidades el pasado julio mostraron un sector financiero en una notable posición relativa a lo que habría que añadir el proceso de reestructuración en las cajas de ahorro que, aún con un paso no tan rápido como el deseado, están completando una reforma estructural clave para el conjunto del país.
Por todo ello, el Reino de España presenta unas cuentas públicas bajo un proceso de consolidación que marcha razonablemente bien y que aún a pesar de las reducidas perspectivas de crecimiento nominal, los ingresos fiscales esperados por el FMI no tensionan la capacidad de pago del país. Además, el sector financiero, aún cuando debe purgar el exceso de endeudamiento de la última fase del ciclo previo, no se encuentra descapitalizado y varias entidades internacionales están dando muestra de una gestión ortodoxa.
Con todo, los deberes pendientes continúan siendo cruciales y es ahí donde se cobijan las incertidumbres que animadas por las dudas sobre el futuro de la eurozona están conduciendo el rally bajista de los últimos días. Así, aún cuando las previsiones del FMI apuntan a un crecimiento razonable de los ingresos públicos, el país necesita disparar su potencial de crecimiento con el objetivo de aminorar el mayor lastre de nuestra economía (el número de desempleados) y minimizar los ajustes traumáticos derivados de la contención del gasto. Los pasos a dar son compartidos y pasan por reformas adicionales en la negociación colectiva, en el sistema de desempleo y en el de pensiones, así como clarificar el marco regulatorio del sector energético, además de mantener una posición vigilante para dar cumplimiento en todo momento al objetivo de déficit. Pues bien, si este es el mástil al que atarse, no hay espacio para nuevos retrasos, ni disculpas con las que desentenderse.
Jonás Fernández Álvarez. Director del Servicio de Estudios de Solchaga Recio & asociados