Entre la deflación y la inflación
La economía española registró un ligero crecimiento en los dos primeros trimestres del año que se para en el tercero, sin vislumbrarse una mejoría para el último trimestre de 2010. En términos de promedio, nuestro PIB habrá disminuido, por segundo año consecutivo, en unas dos o tres décimas (-3,7% en 2009), acumulando un nuevo desempleo superior a 450.000 ocupados.
En estas condiciones de debilidad de la demanda interna cabe preguntarse por qué el IPC de octubre crece a una tasa interanual del 2,3%. Debe señalarse, inmediatamente, que el índice de precios a impuestos constantes recogió hasta septiembre pasado un impacto de la subida de los impuestos de 1,2 puntos porcentuales. Esto significa que la inflación se está viendo impulsada al alza por los diversos incrementos impositivos realizados en 2010 y, en especial, por la subida del IVA. Es decir, casi la mitad de la inflación es debida a las subidas impositivas. Este efecto habría sido mayor de no ser por que las empresas están haciendo un importante esfuerzo en contención de precios para resultar competitivos en un entorno de demanda debilitado.
Por otra parte, la subida del IPC después del verano se explica también por el aumento de los precios del petróleo y sus efectos de segunda ronda en combustibles, transportes, calefacción, productos industriales, etc., siendo nuestra economía muy dependiente de la energía que nos llega del exterior.
¿Sufre nuestra economía un proceso inflacionario ya que la media anual de los precios al consumo, es decir, el IPC total pasará del -0,3% registrado el año pasado al 1,7% previsto para el año 2010?
Cuando se observa la evolución de nuestra inflación subyacente que baja, en promedio del año, del 0,8% de 2009 al 0,6% en este año (es decir, el IPC sin considerar los precios de los productos energéticos ni de los alimentos sin elaborar) se podría decir que nuestros precios están en deflación.
Así pues, la subida del IPC subyacente muestra una contención de los precios de venta, lo que estaría indicando una contracción de los márgenes empresariales en muchos sectores de la economía. Todo ello contrasta con el crecimiento del IPC total por el influjo del aumento de los impuestos y de las rentas que se transfieren a los países que nos venden energía.
Por otra parte, las previsiones para el año 2011 sitúan el crecimiento del IPC total en el 1,6% (siempre en media anual), es decir, por debajo del que se registrará este año, y el promedio de la inflación subyacente estará también en 2011 por debajo del que se consignará este año.
Es decir, que no estamos ante una situación inflacionaria y ello debe ser tenido en cuenta por los negociadores empresariales y sindicales de toda clase de convenios, de forma que continúe la moderación de los salarios en 2011 para que contribuyan a mejorar la competitividad de nuestras empresas dentro y fuera de España y para recuperar nuestro potencial de crecimiento, evitando una deflación y dando una oportunidad a reducir la alta tasa de paro en nuestra sociedad.
Enrique de la Lama-Noriega. Director del departamento de Economía de CEOE