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Columna
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El engañoso PIB de Reino Unido

La batalla económica que se libra en Reino Unido le ha hecho un favor al Gobierno. "¿Que no aguantábamos los recortes? ¡Hemos crecido un 0,8%!", se ha dicho de forma beligerante. La libra subió, mientras que los bonos cayeron porque se reduce la probabilidad de la próxima ronda de relajación monetaria para noviembre. Pero las tasas de crecimiento del pasado no son una buena referencia para las futuras. Cuando el Gobierno se apriete el cinturón dolerá. Y como los precios inmobiliarios están cayendo y los consumidores le temen al paro, Reino Unido se enfrenta a un sombrío 2011, en el cual una doble recesión es poco probable.

La sorpresa del tercer trimestre es engañosa. El sector de la construcción es pequeño, pero el impulso del 4% de la actividad supuso la cuarta parte del crecimiento económico en este periodo. El Gobierno elevó también el gasto. Pero incluso dejando a un lado los recortes que se avecinan, los augurios son pobres. Los precios inmobiliarios han comenzado a caer otra vez. Las concesiones de hipotecas bajaron un 26% en septiembre en tasa interanual. La disminución de los precios de la vivienda erosiona la riqueza de los propietarios, haciéndolos menos propensos al gasto. Hasta que este sector se estabilice, la economía británica no se sostendrá con firmeza. Los trabajadores del sector público le temen también al recorte. Ellos se abstendrán, igualmente, del gasto.

El sector privado crecerá pero necesita tiempo para hacerlo. El primer impacto será la abstención de hacer negocios de las empresas y el alto riesgo de que el paro se eleve desde el nivel actual de 2,5 millones.

El Gobierno indica que la economía no está en condiciones suficientes para fabricar algunas libras. Andrew Sentance, el único miembro del comité de política monetaria del Banco de Inglaterra que reclamó mayores tasas de interés, se sentirá reivindicado. La oposición puede ensayar su línea discursiva de 2011: que la economía estaba mejorando hasta que el ministro de Economía, George Osborne, la embistió con el recorte. Pero fue el plan de ajuste laborista de 50.000 millones de libras por la imposibilidad de mantener un déficit del 10% del PIB. La economía británica tendrá que luchar por cuenta propia. Lo hará, pero se enfrenta a por lo menos un año de trabajo duro.

Ian Campbell

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