Alemania eleva la presión
La presión que ejerce Alemania para que todos los países miembros de la UE apliquen el Pacto de Estabilidad y Crecimiento con el máximo rigor se está trasladando con fuerza al mismo seno del Banco Central Europeo. Angela Merkel transigió en su visto bueno al plan de rescate de Grecia en contra de las presiones de su propio partido y a cambio, se puso en cabeza de la más pura ortodoxia fiscal, sin paños calientes para los países que se hayan excedido en déficit y endeudamiento. Ese rigor es viejo conocido de Alemania y, en especial, del Bundesbank, de donde surgen ahora las voces más críticas con la política seguida por el BCE, incluso abriendo el debate sobre una hipotética subida de los tipos de interés.
Axel Weber, miembro del consejo del BCE, gobernador del Bundesbank y candidato predilecto de la cancillería alemana para suceder a Jean-Claude Trichet, ya ha advertido de la conveniencia de reducir las compras de bonos soberanos. Sus declaraciones tuvieron que ser matizadas por el propio presidente del BCE, que dejó claro que su cargo le convierte en portavoz de la verdadera opinión del consejo de la autoridad monetaria europea.
El pasado lunes, Alemania volvió a la carga al reclamar que se aplique una sanción automática a los países que incumplan las exigencias del Pacto de Estabilidad. Sin embargo, su iniciativa no salió adelante, tras los matices de Francia, y aunque se endurecieron las sanciones para los países más díscolos, no tendrán el carácter casi inevitable que proponía Merkel. La última andanada llegó ayer, cuando la canciller defendió que ya va siendo el momento de poner en marcha una estrategia de salida tras las medidas de estímulo impulsadas desde el BCE. La línea alemana está meridianamente clara y el pulso político con el resto de gobiernos europeos se mantiene y se traslada, para disgusto de Trichet, también al Banco Central Europeo.