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Caracoles apesadumbrados

La reforma del Pacto de Estabilidad se había convertido en una absurda carrera de ego-caracoles. Ayer, mientras Van Rompuy, Rehn, Juncker y compañía pugnaban en Luxemburgo por estirar más que nadie las antenas, la apisonadora de Merkel y Sarkozy aplastó en Deauville la cáscara vacía de un Grupo de Trabajo que había empezado a dar vueltas sobre sí mismo.

La canciller alemana y el presidente francés cerraron en una cumbre bilateral celebrada en la ciudad costera francesa la reforma del Pacto sin esperar a las conclusiones de los ministros de Economía, que desde hace semanas se arrastraban con lentitud tras el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

Merkel y Sarkozy incluso se permitieron sentar las condiciones y el calendario para una reforma del Tratado de Lisboa que logre, de verdad, endurecer el Pacto de Estabilidad. La propuesta lleva tinte de chantaje, porque si el resto de socios no acepta abrir negociaciones, Berlín dará en 2013 por terminado el Fondo de Estabilidad Financiera del que puede depender la viabilidad de varios países de la zona euro, con Irlanda como primera al borde del precipicio.

Alemania y Francia no han respetado ni siquiera las formas, para que su acuerdo pudiera pasar como un consenso surgido del Grupo de Trabajo, reunido ayer por última vez en Luxemburgo.

La cita de Rompuy y su Grupo de Trabajo perdió todo sentido cuando a 571 kilómetros del Gran Ducado, Merkel y Sarkozy anunciaron los términos de su ultimátum.

Quizá el eje germano-francés acabe pagando esa prepotencia. Pero al menos ha servido para que más de un ego rampante se repliegue en su concha de invierno.

Van Rompuy, los ministros de Economía y la Comisión, habían entrado en la recta final de la reforma del Pacto más pendientes de los codazos para ganar protagonismo que del contenido real del acuerdo.

Una de las reuniones del Grupo de Trabajo se frustró porque los ministros acusaban a Van Rompuy de intentar imponerles sus condiciones. El comisario de Economía, Olli Rehn, se encontró con una inesperada reunión del Grupo de Trabajo 48 horas antes de presentar sus propuestas legislativas. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, convocó ayer a los ministros de la zona Euro para analizar las propuestas de Rehn antes que el Grupo de Van Rompuy. Todos entorpeciéndose para avanzar cada vez más despacio.

Al final, Berlín y París hicieron la foto finish de la carrera: todos los caracoles aplastados. Van Rompuy desapareció de la escena sin dar rueda de prensa. Juncker se refugió en su ajada ironía. Y sólo Rehn, vapuleado por segunda vez (ya encajó un varapalo alemán en mayo) resistió con frío aplomo.

Quizá todos, o por lo menos Rompuy, que tiene buenas antenas para la poesía, se acordaran del despecho de Góngora cuando sus próceres le ningunearon. "Esta noche, pesadumbre daré a unos caracoles", se consoló el fino cordobés (aunque me consta que Rehn prefirió ayer una cena portuguesa).

Imagen: Van Rompuy y Juncker, ayer en Luxemburgo (Archivo del Consejo, 18-10-2010).

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