Un acuerdo que es una oportunidad
El acuerdo de estabilidad política y económica suscrito por el Gobierno y el PNV, con el apoyo añadido de Coalición Canaria, le sirve a José Luis Rodríguez Zapatero para sacar adelante los Presupuestos de 2011, pero sobre todo para salvar la legislatura y llegar a 2012. El abanico de traspasos obtenidos por los nacionalistas supone básicamente el desarrollo de sus estatutos de autonomía. Huelgan por ello las tronantes críticas de quienes se rasgan las vestiduras por las transferencias aprobadas por el Gobierno. Simplemente se trata de cumplir con un guión autonómico que lleva retraso. Otra cosa es que se haga un empleo perverso de las transferencias autonómicas, que sólo avanzan a cambio de votos. Ese uso mercantilista de la autonomía por las comunidades puede tener su contrapartida en que las concesiones del Ejecutivo se hagan, igualmente, en función del oportunismo político. De ser esto cierto, y la historia de los Gobiernos tanto del PP como del PSOE así lo certifican, cabe preguntarse si el desarrollo autonómico se está planteando como un proceso para la mejora de los ciudadanos o para perpetuarse en el poder.
Bajo la óptica económica, el pacto legislativo puede tener una eficacia notable si se sabe aprovechar. La economía quiere estabilidad y los inversores exigen certezas, de modo que el acuerdo es bueno en origen por las incertidumbres que despeja. La estabilidad institucional es más necesaria que nunca cuando la crisis económica azota las posibilidades de crecimiento, dispara las cifras de paro e infla la morosidad de ciudadanos y empresas. Este punto de vista ha sido ignorado sistemáticamente por el principal partido de la oposición, el Partido Popular, que, con la estrategia del no a todo, parece haber caído en una especie de estado de inhibición a la espera de que el adversario político esté maduro para precipitarse por sí solo. Y esto no hace sino deslegitimar las críticas de un PP cuya estrategia electoralista le ha alejado de pactos parecidos con el Gobierno mientras se echaba en manos de inútiles oleadas de crispación.
En democracia, los acuerdos son buenos, y en economía, mejores. El Ejecutivo obtiene oxígeno de este pacto, y el PNV, al que el acuerdo PSOE-PP desplazó del Gobierno vasco, también recibe una inyección. Ahora se trata de saber si el compromiso de un esfuerzo conjunto contra la crisis va a servir para avanzar en el mucho trabajo que hay pendiente. Se trata de aprovechar la oportunidad que brinda el acuerdo con pasos decididos para abordar las importantes reformas todavía pendientes. La de las pensiones, el desarrollo de la reforma laboral y un pacto energético que se complete en paralelo a la mejora del sector industrial son pasos imprescindibles con los que la economía se debe preparar para retomar, cuanto antes, el camino del crecimiento y de la salida de la crisis.