Hola, ¿quieres ser ministro?
Quizás ayer alguien recibió una llamada en la que desde el otro lado del auricular escuchó algo parecido a esto: "Hola, soy José Luis, te llamo porque he pensado en ti para ocupar la cartera de Trabajo. ¿Querrías ser ministro? Aunque así contado pueda parecer incluso un chiste de Gila, uno de los ministrables para este cargo comentaba en privado recientemente que "conociendo a Zapatero, se esperará hasta el último momento para llamar al elegido y esto no será hasta uno o dos días antes de hacer público el nuevo cargo".
Efectivamente, aunque el actual presidente del Gobierno no tenga el famoso cuaderno azul revestido del mayor secretismo, donde José María Aznar urdía sus cambios ministeriales, la mayoría de los miembros de su Gabinete han contado que en su día recibieron una llamada parecida de Zapatero.
A partir de ahí, las quinielas están disparadas desde que Celestino Corbacho anunció que se marchaba a la lista electoral catalana, y probablemente en apenas 24 horas se conocerá su sustituto o sustituta.
Chaves, Trinidad Jiménez, Octavio Granado o Valeriano Gómez, entre los ministrables
Hay un nombre que suena más que otros. Es el del vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial, Manuel Chaves. "Ahora está desaprovechado, por las pocas competencias de su ministerio, y ya fue ministro de Trabajo, con lo que se matarían dos pájaros de un tiro", dice de él una persona que lleva muchos años en las negociaciones sociales.
Esto es cierto, ya que Chaves ya fue ministro de Trabajo en una época no especialmente dulce para el mercado laboral: entre 1986 y 1990. En este cargo vivió los años del abuso del contrato basura que desembocó en la primera y hasta ahora mayor huelga general de la democracia el 14 de diciembre de 1988. Es más, viene de la UGT y tiene buena relación con los sindicatos, además de tener una marcada personalidad política, lo que serviría para tender puentes en el maltrecho diálogo social. En cuanto a sus preferencias, parece que él mismo ha dicho que si Zapatero le llama para el puesto, lo aceptará.
Amortizar ministerios
Otro de los nombres que se ha escuchado en los pasillos del Ministerio de Trabajo es el de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez. Si fuera ella la elegida, Zapatero podría fusionar ambos departamentos y de esta forma también amortizaría un ministerio -como lo haría con Chaves y el de Política Territorial-. De hecho, el líder del Ejecutivo ya arrebató a principios de esta legislatura varias áreas a Trabajo para dárselas a Sanidad, como fue el caso de Política Social o Dependencia.
Al margen de estrategias de estructuras ministeriales, hay un eterno aspirante al Ministerio de Trabajo desde hace varios años. Se trata del actual secretario de Estado de Seguridad Social y número dos del Ministerio de Trabajo, Octavio Granado.
Es un socialista eminentemente técnico que conoce la casa como nadie y al que le avala notablemente su gestión de la Seguridad Social y su labor al frente de Economía dentro del PSOE. Sin embargo, hay quien interpreta que su elección sería "vestir a un santo para desvestir otro" y él no parece que tenga ambición por ese puesto, ya que reiteradamente en público y en privado niega que quiera ocuparlo.
Finalmente, no hay que perder de vista a un ugetista ilustre y que ya ocupó el cargo de secretario general de Empleo cuando Zapatero llegó al poder: Valeriano Gómez. También de perfil técnico, tiene una probada trayectoria negociadora con los agentes sociales.
Aunque su clara vinculación con la UGT podría ir tanto a su favor, como un guiño a los sindicatos tras el 29-S, como en su contra, por este mismo motivo.