El ajuste fiscal británico se ceba con la clase media
Llevan sólo cinco meses compartiendo el timón del Reino Unido, pero la unión entre conservadores y liberal-demócratas que llegó el 11 de mayo al Parlamento Británico tiene ya muchos nombres: Lib-Con, Con-Lib, The Cleggerons, Blue-Yellow La primera coalición en 70 años ha superado todos los hitos de un Gobierno novato (cumplió los 100 días el 19 de agosto) y se prepara para anunciar el próximo miércoles los detalles de su temido ajuste presupuestario, el más radical de Europa con excepción de Grecia.
En siete días se conocerán todos los detalles, pero los conservadores ya comienzan a decir con cuentagotas dónde aplicarán la tijera. La semana pasada el congreso anual de los tories se vio eclipsado por la inminencia del anuncio, que tiene a la isla en vilo. Se sabe que el ajuste será de al menos un 25% en todos los ministerios excepto el de Salud y Desarrollo Internacional y se prevé que unas 600.000 personas perderán su empleo.
Durante el congreso, George Osborne, ministro de Economía, anunció algunas propuestas que afectarán sobre todo a las clases medias. La primera será suprimir las ayudas por hijos a las familias en las que uno de los cónyuges tenga ingresos superiores a 44.000 libras (unos 51.000 euros). Pero si ninguno de ellos gana más de esa cifra podrán mantener las ayudas, aunque la suma de sus ingresos supere los 100.000 euros. La segunda medida consiste en que ninguna familia podrá obtener ayudas públicas por un valor superior al salario medio de una familia británica (unos 30.000 euros), salvo las viudas o las familias con personas discapacitadas.
El plan de ahorro del Gobierno busca eliminar prácticamente la totalidad del déficit público en cinco años, cuando este ejercicio llegará al 10,1% del PIB. También aumentarán el IVA, cortarán el gasto social, congelarán los salarios de los funcionarios y retrasarán la jubilación a los 66 años antes de lo previsto. Los sindicatos de la confederación Trade Union Congress (TUC) han señalado que no van a aceptar una ola de despidos masivos y han abierto la puerta a una posible huelga general. El secretario general del TUC, Brendan Barber, advierte que las medidas previstas para atajar el déficit no son temporales, "sino una reducción permanente de los servicios públicos y del Estado de Bienestar". Patrick Dunleavy, analista de la London School of Economics, coincide con él al decir que "la Big Society es una manera bonita de decir que va a haber menos dinero". La Big Society es otra de las grandes reformas que ha puesto en marcha David Cameron, que persigue que el Estado retire su mano protectora en muchos ámbitos.
El 'poli' malo
Osborne se ha convertido en el poli malo del Gobierno y "cada vez que él habla baja la popularidad de la coalición", comenta Dunleavy. Aun así, el 46% de los electores aprueba el trabajo de la coalición, según las encuestas. Esos mismos datos reflejan que son los conservadores los que han logrado mantener las expectativas de los ciudadanos.
Dos días después de las elecciones, los tories gozaban de la confianza del 37% del electorado y la semana pasada habían subido al 43%. Al contrario, los liberal demócratas comenzaron la legislatura con un 24% de apoyo que se ha reducido al 11%. Por ahora, la imagen del Gobierno logra mantenerse, pero el drástico ajuste se dejará sentir en los servicios públicos y "los Clerregon" (acrónimo que se utiliza para definir la alianza entre Nick Clegg y David Cameron) tendrán que emplearse a fondo para que los británicos no cambien de parecer.
Ed Miliband ya ejerce de líder de la oposición
La llegada de Ed Miliband al liderazgo del Partido Laborista promete dar nuevos bríos a la batalla política. Hasta ahora, la oposición ha estado abstraída en su propia lucha por el poder. Pero desde la elección de Ed Miliband hace 15 días, la retaguardia ha comenzado a tomar forma.El pasado viernes nombró a Alan Johnson como portavoz de Economía, un hombre de peso en el partido, aunque sin grandes conocimientos económicos.Miliband, que supone un giro a la izquierda del partido, considera "peligrosos" los planes del Gobierno y anuncia que basará sus políticas en poner impuestos a los más ricos y en reconstruir la debilitada industria británica.