La frágil esperanza de la liquidez
El mercado aguarda con expectación que los bancos centrales, otra vez, tomen las riendas de la economía con nuevas medidas de lo que se conoce como expansión cuantitativa, un término que ha tomado vida propia y que ya sustituye con soltura a las tradicionales medidas de estímulo. Prácticamente agotada la vía de los recortes de tipos -en Japón están virtualmente al 0%-, lo que queda son las inyecciones de liquidez, compras de activos. Una fórmula capaz de devolver cierta cordura a los mercados, aunque con una efectividad que bien podría ser pasajera.
La decisión del martes del Banco de Japón de bajar los tipos de interés y crear un fondo de cinco billones de yenes para la adquisición de bonos soberanos y otro tipo de activos no ha logrado frenar al yen, que ayer dio un paso más en su apreciación frente al billete verde, ya por debajo de las 83 unidades por dólar. La iniciativa de las autoridades japonesas no ha debilitado a su divisa pero sí ha animado a la Bolsa nipona y, sobre todo, ha alimentado la expectativa de que la Fed tomará la decisión que está esperando el mercado.
Los expertos apuntan a que la Reserva Federal tiene ahora en su mano la ocasión de alejar del mercado de forma decidida el fantasma de la deflación, con una nueva fase expansiva de su política. Pero también matizan el alcance de esta decisión. "Las intervenciones de los bancos centrales son como inyecciones de sangre para el enfermo. Pero el problema está en la médula, en el sistema financiero, y es necesario que éste cambie, que se sanee del todo. Hace falta crédito para que la economía vuelva a fluir", señala José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "Las noticias tienen un efecto muy pasajero en el mercado. Una nueva intervención de la Fed puede tener un impacto positivo a corto plazo, pero no tan claro a medio plazo. La abundancia de liquidez puede dar una falsa realidad de cuál es el fondo del problema", señala en la misma línea Miguel Castells, director de inversiones de Finanduero.
Charles Evans, presidente de la Reserva Federal de Chicago, reconocía esta semana en una entrevista con el Wall Street Journal que Estados Unidos vive en una trampa de liquidez, alimentada por los elevados niveles de ahorro. Pero aun así, y con tal de alejar la amenaza de la deflación, defendía que una política más expansiva por parte de la Fed ayudaría a ahorrar menos y a reactivar así la economía.
Por lo pronto, sin que haya sido aún necesario tomar medidas, Estados Unidos ya disfruta de una divisa más débil con la que apuntalar su crecimiento. "Si finalmente, la intención de la Fed fuese tan sólo una insinuación y el plan de nuevos estímulos no tuviese tanta envergadura, los mercados habrían picado el anzuelo y con un desembolso de cero dólares, la Fed podría haber debilitado su divisa, forzando el escenario hasta sus intereses", señala Daniel Pingarrón, analista de IG Markets.
El BCE, en la retaguardia
En cualquier caso, la gran iniciativa de rescate se espera por parte de la Fed. Es la que, por otra parte, tendría sin duda mayor calado a nivel global. "En Europa, la principal preocupación siguen siendo los déficit. No es de esperar una intervención del BCE como la del Banco de Japón. Ni siquiera para frenar la escalada del euro y favorecer así las exportaciones", señala Francisco López Ollé, analista de X-Trade Brokers. En su opinión, sólo un euro en el nivel de 1,5 dólares podría reabrir el debate sobre el papel del BCE hacia su moneda. Mientras, los focos -y la esperanza de la recuperación- son para la Reserva Federal.