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Tribuna
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Reforma tímida

No es lo mismo calificar esta reforma de cobarde que de tímida. Acostumbrados como deberíamos estar a la pobre, lenta e incoherente reacción del Gobierno, sea del color que sea, ante los problemas sociales y económicos, lo fácil sería calificar de cobarde, por pobre, insustancial e insuficiente, la polémica reforma laboral.

No se puede sentir satisfacción ante una reforma laboral que no modifica prácticamente nada, que se limita a ser un guiño a la presión internacional. En efecto, la reforma limita y endurece la contratación temporal, se elevan las indemnizaciones por finalización de los contratos temporales, pero de una forma progresiva hasta 2015. Se amplían de forma escasamente ambiciosa los colectivos susceptibles de formalizar el contrato de fomento a la ocupación indefinida, pero merman las bonificaciones.

Se da una cierta mayor coherencia a los contratos formativos. Se introducen parcas modificaciones en la regulación de los despidos colectivos, tramitación de los ERE y despidos objetivos, con una indeterminación que deberemos esperar meses (a la velocidad de la justicia española, quizá años) para ver qué lectura hacen los tribunales, sin perjuicio de que no puede negarse una clara tendencia a rebajar la exigencia de las causas. Se potencia, eso sí, la reducción de jornada como alternativa a la extinción de los contratos por causas económicas, adaptando la prestación de desempleo y compatibilizándola con tal mecanismo, al tiempo que se intensifican los incentivos para esta nueva modalidad de reducción de jornada. Finalmente, se establece una nueva obligación del Fogasa que abonará parte de las indemnizaciones por despido objetivo, a todas las empresas, sin los topes del art. 33.2 del Estatuto de los Trabajadores y compatible con el abono del 40% para las empresas de menos de 25 trabajadores, pero sólo es aplicable a los contratos posteriores a la presente regulación y con antigüedad superior a un año, es decir, no tiene efectividad hasta finales de 2011.

Así pues, prefiero ver la reforma emprendida como tímida, como un paso hacia la inevitable flexibilización de la regulación laboral en España, como un inicio de lo que debe empezar a ser una nueva mentalidad en el mercado de trabajo. Es ese cambio de mentalidad el que nos hará salir de la crisis, la actividad valiente y emprendedora, la internacionalización, la creatividad, la diversificación de los sectores. El Gobierno y las reformas deben ayudar, pero no podemos ser tan ilusos de creer que van a ser la pronta solución que algunos ansían. Mañana volveremos a despertarnos en una situación similar a la presente, pero será posible seguir creciendo para los que innoven.

Manuel Fernández. Socio director de Advisoria

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