_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una larga travesía del desierto para la banca

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, da por hecho ya que España no recuperará el crecimiento sostenido y con cierto vigor hasta pasados dos años más, algo que la gran mayoría de los analistas ya pronosticaban para la economía española desde hace meses. Eso supone que la variable más social de la economía, la que más urgencias tiene por el grado de deterioro que ha acumulado en los dos últimos años, el desempleo, mostrará alivios muy modestos en el periodo, aunque bien podría incluso deteriorarse más, en función de cuál sea el comportamiento de la población activa. Y los negocios no tendrán mejor comportamiento para las empresas cuya actividad se desarrolle únicamente en España. La banca es la primera que ha comenzado a advertir, al menos en círculos restringidos, que 2011 será también un ejercicio de travesía del desierto, de dificultades crecientes para la intermediación financiera, aunque en ningún caso sus cuentas registren pérdidas.

Los gestores bancarios alertan de que, como si de una tormenta perfecta se tratase, varias circunstancias pondrán el próximo año las cosas un poco más difíciles a la actividad bancaria. Mientras que la demanda de crédito solvente seguirá llegando con cuentagotas a las ventanillas de los comerciales bancarios por la parálisis general de la demanda privada de inversión y consumo, las penurias de la financiación para bancos y cajas se intensificarán, tanto en cantidades como en precio. Durante los dos próximos años las entidades españolas tienen que hacer frente al vencimiento de unos 200.000 millones de euros en líneas de financiación tomadas en el pasado, tras dos años de relativa tranquilidad en sus calendarios de amortización. Y la avalancha de refinanciación llega en un momento en que los mercados financieros, especialmente los interbancarios, están sólo parcialmente abiertos incluso para la banca española, pese a haber hecho un transparente ejercicio de striptease con las pruebas de estrés publicadas en julio pasado.

La inseguridad que proporcionan los mercados interbancarios obligará a los bancos y las cajas a buscar en el mercado interior financiación procedente del ahorro, seguramente con unos extratipos inadecuados para la salud del sistema financiero. Ya lo están haciendo con la última guerra abierta para captar pasivo, que ha exprimido los márgenes hasta niveles próximos a cero, dado que los tipos directores de la política monetaria y los que marca el interbancario, y a los que están indizados la mayoría de los créditos, siguen bajo mínimos y no hay fecha en el horizonte para su recuperación nominal.

Aunque a nivel mundial ha sido el sector que ha soportado la carga de la prueba, la banca ha aguantado en España muy bien los primeros años de la crisis, utilizando un modelo minorista y con financiación procedente de la captación de depósitos y obteniendo cuentas con números negros cada uno de los ejercicios, aunque con descensos relativos en los dos últimos. El alto nivel de provisiones fijado por el regulador, así como la política activa de supervisión, han sido la mejor prevención contra la crisis.

Pero en el ritmo marcado para la reforma financiera en Europa y en la demora española para hacer las reformas fiscales, financieras y económicas, está la explicación a la longevidad de esta crisis que amenaza con atenazar a los negocios unos cuantos años más. Es evidente que los excesos cometidos por la banca española, con apalancamiento extremo y concesión de crédito desproporcionada y concentrada en exceso en sectores ahora atascados, son lastres que deben purgarse con paciencia. Pero Europa sigue dándole vueltas a cómo debe ser la regulación y la supervisión financiera en el Viejo Continente, así como limpiando los activos dañados de las entidades (léase Irlanda), cuando Estados Unidos anuncia ya la liquidación del instrumento público que inyectó capital en los bancos para devolverles la vida.

Europa debe acelerar la limpieza de los balances bancarios, con mayor presión de las autoridades políticas y monetarias. Y España, además de culminar la reforma de la mitad de su sistema financiero, debe mostrar mayor diligencia para hacer las reformas que remuevan el crecimiento de la demanda, porque ese es el combustible que hará funcionar todos los negocios, también el bancario.

Más información

Archivado En

_
_