Piquetes, protagonistas de la huelga
Si las decenas de sondeos publicados en los últimos días estuvieran aunque sea mínimamente en lo cierto, el éxito de seguimiento de la huelga de mañana dependerá de lo profusamente que se empleen los piquetes informativos, ya sea meramente convenciendo al personal a las puertas de las instalaciones o directamente sellando las cerraduras de las empresas con silicona.
Otra cosa será medir el verdadero éxito de la huelga, que debería consistir en que los sindicatos consiguieran que el Gobierno rectifique la reforma laboral. Pero eso es otra historia.
Volviendo a la jornada de mañana, no importa que la mayoría de los trabajadores opine que existen motivos para la huelga, si luego, siempre según dichos sondeos, como mucho sólo uno de cada cuatro trabajadores falta a su puesto. Un 25% de incidencia en una huelga general apenas tendría efectos, más allá de los mediáticos.
Hay empresas que buscan argucias como el teletrabajo para evitar conflictos
Por ello, será trabajo de los piquetes informativos el intentar que a última hora se adhieran más trabajadores al paro, "por las buenas o por las malas", como recientemente dijo el secretario general de UGT en Madrid, José Ricardo Martínez.
De ahí que, como en toda huelga general, será básico para los sindicatos conseguir la mayor parálisis posible de los transportes públicos que llevan a los trabajadores a sus centros de trabajo.
Es más, el "acuerdo histórico" sobre servicios mínimos al que han llegado Fomento y los sindicatos -y que fija un 25% de circulación del transporte interurbano como referencia para las comunidades autónomas- se quedaría en algo anecdótico y no haría falta ejecutarlo porque los trabajadores del transporte no son una excepción y como el resto prevén ir a trabajar en un porcentaje muy superior a ese 25%. Por estos motivos, todo apunta a que los piquetes informativos se emplearán a fondo máxime ante un clima tan escéptico hacia la huelga general. Y más en comunidades como Madrid, donde esta protesta parece más orientada al gobierno del PP de Esperanza Aguirre que contra la reforma laboral. Es más, la presidenta madrileña, ha duplicado los servicios mínimos pactados por el Estado y la mayoría de las regiones. Con ello unos servicios mínimos del 50% para metro y autobuses han sido recibidos como una afrenta personal por los sindicatos que previsiblemente intentarán incumplirlos por todos los medios.
Así, gran parte del resultado mediático de la huelga lo tendrá el paro del metro en Madrid capital. Este será uno de los principales sitios donde los piquetes pueden radicalizarse más, ya que se da la circunstancia de que ocho de cada diez maquinistas pertenece a un sindicato profesional que ha dejado libertad a sus afiliados para secundar o no la huelga; y muchos de ellos tendrán en cuenta que ni CC OO ni UGT les apoyaron en la huelga que convocó este sindicato profesional en junio.
A toda esta situación de posible conflictividad se llega fundamentalmente por una falta de regulación del derecho de huelga, que es obviada una y otra vez por los sucesivos Gobiernos de la democracia.
Sin embargo, el hecho de que no haya una ley que regule la huelga -éstas se rigen por un decreto de 1977- no quiere decir que este derecho no esté protegido. De hecho, el Código Penal en su artículo 315 dice: "Serán castigados con las penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a doce meses los que mediante engaño o abuso de situación de necesidad impidieren o limitaren el ejercicio de la libertad sindical o el derecho de huelga". Y añade un segundo párrafo en el que precisa las mismas penas si las conductas anteriores "se lleven cabo con fuerza, violencia o intimidación, se impondrán las penas superiores en grado".
De esta forma queda tipificado penalmente cualquier presión que ejerzan los empresarios a sus trabajadores para impedirles la libertad sindical o el derecho de huelga. Y es en este mismo artículo en su apartado 3, donde se estipulan "las mismas penas a los que, actuando en grupo o individualmente, pero de acuerdo con otros, coaccionen a otras personas a iniciar o continuar una huelga".
Por tanto, la ley española fija exactamente el mismo castigo para los empresarios que impidan hacer huelga sus trabajadores como a los piquetes que actúen de forma coactiva. Si bien, dentro del Derecho Laboral, existe quien se queja de que históricamente los tribunales encuentran más delitos entre los miembros de piquetes que entre los empleadores; quienes, sin embargo, sí cuentan con numerosas sentencias de los juzgados de lo Social por ejercer presiones contra los sindicatos.
Cerrado por fumigación
Pero hay muchas empresas que, ante la perspectiva de que sus trabajadores sean presionados por piquetes, han buscado alternativas. Es el caso de importantes empresas de telecomunicaciones, en las que la mayoría de los trabajadores tiene reconocida una parte de su trabajo desde casa. Estas empresas han solicitado que concentren el teletrabajo semanal en el día de mañana.
O el dueño de un bar madrileño que, aprovechando que debe cerrar un día sus puertas para fumigar, lo hará también mañana.