Directivos sanitarios mejor formados
El sector de la asistencia sanitaria es de una enorme complejidad. Así se puede reconocer en cuanto nos fijamos en los agentes que participan en él. En primer lugar las personas, que como titulares del derecho a la asistencia sanitaria somos cada vez más numerosos, más diversos, más conscientes del valor de la salud como requisito para vivir más y mejor, más exigentes con los servicios y sus resultados.
Si pensamos en la "mano de obra" que se emplea en el sector, se ve también claro que no es ni mucho menos lo que pudiera calificarse como elemento marginal en la organización. Muy al contrario, el personal sanitario, y especialmente los médicos, son profesionales con un altísimo nivel de cualificación. Hacen falta 10 años de estudio y entrenamiento para convertir a una persona que entra en la universidad en un médico especialista.
Una importante fuente de desarrollo y mejora para la asistencia sanitaria está en la innovación que le llega desde la industria y la tecnología, que han llegado a resolver problemas conocidos hasta ahora sin solución.
En los últimos meses, domina la crisis económica. Crisis que, como no podría ser de otra manera, afecta clara y directamente al sector sanitario, desde el inicio de la primavera de 2010. Las restricciones financieras derivadas han producido en España, entre otras cosas, déficit público, escasez de liquidez y morosidad, tres factores que multiplican exponencialmente la complejidad en la gestión del sector salud. Si todo lo anterior era suficientemente complicado en épocas de estabilidad, afrontarlo en un entorno de escasez de recursos, subraya aún más su enorme dificultad.
Con este panorama tan exigente y desafiante, las personas elegidas para dirigir estas organizaciones sanitarias no pueden confiar en que el éxito de su gestión provenga exclusivamente de una combinación más o menos virtuosa de sensatez, sentido común y conocimiento técnico inespecífico. Esos requisitos son muy necesarios, pero no son suficientes.
Es imprescindible que el buen directivo integre el concepto de salud diferenciándolo del de satisfacción del paciente en cada caso específico, y con las matizaciones que bioéticamente sean de aplicación en cada caso. Debe conocer bien su sector, en qué modelo nacional está trabajando y cuáles son los cambios que se están produciendo y cuáles se producirán.
Debe comprender bien el diferente perfil profesional del médico y del resto de actores en el proceso de la asistencia, facilitándole el acceso al conocimiento y su extensión a otros campos. El directivo debe ayudar al profesional a desarrollarse como la única manera de asegurar que éstos darán lo mejor de sí mismos.
Además, debe promover modelos organizativos innovadores que faciliten la provisión de servicios en formatos nuevos, más eficientes y transversales, que integren de nuevo los procesos, poniendo al paciente en el centro de la atención. Debe aprender a confiar y delegar en los responsables clínicos y a considerarlos como sus mejores colaboradores directos. Tiene que estar abierto a la innovación tecnológica y no ser su freno. Las innovaciones contribuyen a resolver problemas y no a crearlos, como se piensa desde perspectivas mucho más miopes.
Es muy importante reconocer la necesidad de disponer de directivos para el sector de la salud con conocimientos y habilidades específicos del mismo. La complejidad de la organización sanitaria exige de personas con talento y capacitación, preparadas específicamente para afrontar la complejidad, los retos y los enormes cambios del futuro.
Precisamente en tiempos de crisis, cuando los recortes, los ajustes, las restricciones, la austeridad y las limitaciones están a la orden del día, es cuando más necesarios son esos profesionales bien educados y entrenados. No es fácil renunciar a lo superfluo sin permitir que se erosione la calidad del resultado a largo plazo. No es sencillo disponer de menos presupuesto y a pesar de ello no frenar el desarrollo profesional.
Identificar oportunidades donde otros ven sólo amenazas, ser creativos donde otros se resignan o ser capaces de alinear y liderar voluntades donde otros sólo aciertan a resistir son características fundamentales del directivo sanitario bien entrenado y capacitado que se necesita en nuestro país.
Ahora, más que nunca, directivos de salud profesionales, bien formados y entrenados.
Francisco de Paula Rodríguez Perera. Profesor de Esade, director asociado del Programa de Salud de Esade Madrid y director de Health System Strategy Medtronic