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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ejemplo de la reforma de las cajas

El duro proceso de reconversión de las cajas de ahorros empieza a consolidarse y, aunque todavía está lejos de haber concluido, todo apunta a que lo peor se ha dejado atrás. Lo cual es un verdadero logro ya que hace apenas seis meses parecía imposible ante el atasco institucional y económico en que estaba inmerso. Hoy, sin embargo, la mayoría de las complejas fusiones, bien a través de SIP o con otros modelos jurídicos, están encarriladas. Ahora quedan por pulir los problemas laborales que se derivan de la imprescindible reducción de oficinas y, por tanto, de personal. Pero incluso en este punto parece que las negociaciones están siendo fructíferas y se empiezan a cerrar pactos con los sindicatos. Ayer mismo, se firmó un preacuerdo en la fusión de las dos cajas gallegas, Caixa Nova y Caixa Galicia. La posibilidad de utilizar la nueva modalidad de ERE, con la financiación parcial del Fogasa, está facilitando y abaratando las reestructuraciones.

Esta reforma financiera ha sido, junto con la laboral, la más ambiciosa de las afrontadas por el Gobierno y, con toda seguridad, una de las más necesarias. Sin embargo, el resultado entre ambas ha sido ciertamente dispar: mientras que la laboral es insuficiente para transformar las relaciones laborales y contribuir a modernizar la estructura productiva en España; las cajas van a poder adaptarse a las nuevas exigencias de Basilea III con aparente facilidad. Los procesos de fusiones y la nueva ley de cajas aprobada antes de verano aportan un giro radical en su funcionamiento y las dotan de mecanismos y tamaño para obtener liquidez y capital -y por tanto solvencia- en los mercados financieros, ganando en competitividad.

El acuerdo entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy fue el detonante de una reforma hoy posible a pesar de sus complejidades iniciales. La intervención de ambos ante distintos Gobiernos autonómicos contribuyó a desatascar la mayoría de los procesos y su buena disposición ha permitido aprobar en un tiempo récord la nueva legislación. Lástima que este consenso entre los líderes de los dos partidos principales no se extienda a la materia laboral. Confiemos en que perdure para materias pendientes, también básicas, como las pensiones, el mercado energético o las políticas activas de empleo.

Igualmente determinante para el éxito de la reforma de las cajas ha sido la sólida posición mantenida por Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente del Banco de España, que ha conjugado perfectamente el diálogo y la imposición cuando los procesos entraban en vía muerta.

El nuevo presidente de la CECA, Isidro Fainé, descartó la posibilidad de que alguna caja dé pérdidas ni este año ni el próximo. Es un buen presagio del futuro de unas entidades que han contribuido, y seguirán haciéndolo, a la salud del sistema económico y empresarial español.

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