Sin futuro digno para el carbón
El sector del carbón sobrevive en España hace décadas con respiración asistida. Reconvertido una y otra vez con altísimos costes para el erario, ha adquirido un triste carácter de asistencia social que difícilmente encaja con el orgullo de los trabajadores de la mina, avanzadilla en su momento en los logros sociales para los obreros de todos los sectores. Pero los tiempos de Germinal ya han terminado. Y, por fortuna, para no volver. Eso lo saben tanto los mineros como las empresas y la Administración.
Sólo un equivocado concepto de necesidad estratégica, entendible nada más que desde la rancia autarquía y por empresas que basan la existencia en las subvenciones, justifica la permanencia de explotaciones enchufadas a unas ayudas que, acertadamente, tienen los días contados hasta, previsiblemente, 2014. Hay regiones mineras en Europa que, con importantes ayudas, han sabido abrirse al futuro. A España también han llegado fondos mineros para esas comarcas, pero poco avance se ha visto en ciertas zonas hacia un futuro que releve al moribundo, por caro y contaminante, carbón nacional.
A los días de huelga convocados por los sindicatos y los encierros se unirán otros gestos, seguramente no exentos de dramatismo. Pero la dignidad de los mineros está en un trabajo con futuro, no en una subvención disfrazada de sueldo que es un camino a ninguna parte.