Gamesa, contra la incertidumbre

Gamesa tiene sus orígenes, a mediados de los setenta, en la vocación por el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a actividades emergentes con futuro prometedor. La robótica, la microelectrónica, el medio ambiente y los materiales compuestos están en su ADN. Hoy, tras una especialización iniciada hace tres lustros, se ha convertido en uno de los líderes mundiales en diseño, fabricación, instalación y mantenimiento de aerogeneradores, y sus equipos funcionan en una veintena de países de cuatro continentes. La apuesta de Gamesa por las energías renovables, apoyada en una tecnología de primer orden y en un marco legal proclive, la ha convertido en uno de esos grupos que basa su estrategia no sólo en los mercados internacionales, sino que además lo hace con desarrollos tecnológicos propios.

Empresas así, en la avanzadilla tecnológica de un sector abierto al crecimiento sostenible, son mirlos blancos para un país. Por eso inquietan más los mensajes de sus responsables en el sentido de que la inestabilidad jurídica pone sus planes en entredicho. Los ambiciosos proyectos de Gamesa en China son muestra de su alta potencialidad, y así lo reconoció ayer la Bolsa. Pero la incertidumbre regulatoria no es más que arena en los engranajes de Gamesa y de cualquier empresa.