Exportar más y a más mercados
España continúa diversificando sus mercados y aumentando el peso de sus exportaciones extracomunitarias. El primer semestre del año el porcentaje de las ventas a países no pertenecientes a la Unión Europea ha crecido un punto, con un fuerte tirón de los países emergentes. China, India, Brasil, Rusia, Turquía, Marruecos y el área de Oriente Próximo ya acumulan una décima parte de las ventas de las empresas españolas en el exterior. La pujanza de las economías emergentes, frente a la anemia de las europeas -que acumulan casi el 60% de las exportaciones españolas-, ha actuado como un potente imán para muchas empresas. Además, la devaluación del euro frente al dólar y otras divisas ha contribuido indirectamente a que los productos españoles ganen atractivo.
En tiempos de crisis, cuando se contrae la demanda nacional, es habitual que los fabricantes desvíen su atención hacia el exterior. Pero esos nuevos mercados a veces se abandonan, lamentablemente, cuando se recupera el consumo y la inversión interna. Es un mal endémico de la cultura empresarial que sigue arraigado en España, a pesar de que se ha avanzado mucho hacia una mentalidad más internacionalizada. Es previsible que cuando la crisis remita en los países comunitarios los mercados emergentes pierdan parte del interés que tienen ahora para muchos comerciales. Sería un grave error. Las empresas que se han aventurado en aquellas economías y han apostado por ellas han acertado al diversificar sus mercados, y sería una equivocación dar marcha atrás. España tiene una de las economías más abiertas del mundo y su entramado empresarial, por vez primera en la historia, pisa fuerte en el exterior. Sería un esfuerzo dilapidado si no se toman posiciones de peso y definitivas en las grandes economías emergentes. Lo sensato es sumar y consolidar lo ganado en estos años de dura crisis.
Está claro que ese esfuerzo requiere un impulso público coherente. El Gobierno lleva años dedicando gran parte de su promoción comercial a esos mercados con alto potencial de crecimiento. Aparentemente, con un éxito por llegar. Primero porque los fondos destinados y las acciones exteriores distan mucho del nivel de competidores como Alemania, Francia o Reino Unido. Y, sobre todo, por una difícilmente explicable, pero reconocida, descoordinación entre las acciones llevadas a cabo por la Administración central y las autonómicas. Es un hándicap estructural a desterrar.
La visita que inicia hoy José Luis Rodríguez Zapatero a Shanghai es una buena oportunidad para desarrollar estas políticas en el mayor mercado del mundo. Se hará bien si la imagen made in Spain no se diluye, como ocurre demasiadas ocasiones, en una lamentable ineficiencia del gasto público dedicado a promocionar la marca España y los productos españoles.