El crecimiento sigue siendo el objetivo
La fortaleza de la economía española continúa sin convencer, ni fuera ni dentro de nuestras fronteras. A pesar de haber dado muestras evidentes de recuperación en los dos primeros trimestres del año, cuando abandonó técnicamente la recesión, es ostensible que la mejoría es más débil que la del resto de los países desarrollados. Y aquí reside su mayor debilidad y las causas para que se mantenga la desconfianza.
Este lunes le correspondió a Moody's lanzar una nueva advertencia. La agencia de rating reconsiderará en septiembre su actual calificación de AAA (la máxima del baremo) para una posible rebaja. Aunque no es una buena noticia, era previsible después de que la calificación sufriese en primavera la rebaja de las otras dos agencias, Standard & Poor's y Fitch. Pero las dudas de Moody's no se quedan en España y ha puesto bajo cuarentena economías tan potentes como la estadounidense y la británica, aunque tampoco se librarían Francia e incluso Alemania. Después de todo, la locomotora germánica sorprendió ayer con un déficit público del 3,5% a pesar de que la canciller, Angela Merkel, haya exigido a todas las economías del euro un estricto régimen de adelgazamiento fiscal para garantizar los equilibrios presupuestarios en la zona euro.
Sin embargo, las debilidades varían según el país. EE UU y Reino Unido tienen un déficit desbocado, incluso más que el español, con el agravante de unos altos niveles de deuda respecto al PIB. España sale mejor parada en este sentido, lo que aporta un margen más holgado a la hora de acudir a los mercados financieros. Pero las economías anglosajonas tienen a su favor un potencial de crecimiento para este año y el próximo que cuadriplica al español, lo que aportará a sus arcas públicas mayores recursos impositivos que, a la postre, garantizarán la devolución de los intereses y el principal de la deuda.
El diario Financial Times, en su fijación por ciertas economías continentales, incluida la española, volvió a recordar ayer la debilidad de ésta. No descubrió nada nuevo. Es de sobra conocido que los ritmos de crecimiento del PIB español están lastrados por el parón inmobiliario. La dependencia de este sector, que permitió incrementos continuados del 4% del PIB en los años del boom, sigue siendo una pesada losa. No obstante, también aparecen señales positivas, como la recuperación del turismo este verano, precisamente gracias en parte a los turistas británicos.
Al margen del papel, el Gobierno no debe retrasar la batería de reformas, aún sin desarrollar, para que la empresa española gane competitividad. La reunión, mañana, del presidente del Gobierno con los ministros del área económica es el momento indicado para tomar decisiones en este sentido. Será la mejor forma de reactivar una economía que no puede mantenerse plana más tiempo.