"En cuanto faltó dinero, el medio ambiente dejó de importar"
Aunque considera bueno el camino emprendido con el lince, manifiesta su preocupación por otras especies.
Hace tiempo que dejó atrás la condición de "hijo de" para convertirse en una de las principales voces del ecologismo y la protección medioambiental, en particular desde su labor investigadora en Doñana.
Tras treinta años de trabajo con el lince ibérico, ¿cómo valora la situación actual, con las repoblaciones llevadas a cabo?
Estoy moderadamente contento, aunque más con detalles que con la tendencia general. Conseguimos levantar la liebre sobre los problemas de conservación y se entró en acción. Es muy positivo ver cómo las reuniones de expertos en el lince, que hace apenas cuatro años tenían un clima de duelo, ahora son relativamente optimistas.
¿Cuál ha sido el elemento fundamental en ese cambio de clima?
El éxito de la crianza en cautividad. No es la panacea, pero la Administración y los políticos han encontrado ahí una medida lucida, fotografiable, y ha supuesto apoyo mediático. Pero no vale por sí sola. Necesitamos un acuerdo ibérico que haga posible la puesta en libertad de linces en el plazo máximo, diría, de seis años. Habrá que educarlos para que sepan cazar, para que desconfíen de los humanos... Morirán muchos, pero es el camino a la reimplantación.
¿Ha evolucionado la caza para integrarse en el medio ambiente?
Sí. Se ha producido una evolución. Desde la Federación hasta las tiendas, pasando por los propios medios de comunicación especializados, se hace de forma continua una apología de la conservación del medio. Ahora bien, hablamos de un colectivo de un millón y pico de cazadores; basta con que un uno por mil siga haciendo disparates para que cause mucho daño. Además, me preocupa también la tendencia al artificio en la caza. Hoy se sueltan miles de piezas criadas en granjas, en una actividad que nada tiene que ver con la naturaleza, y que no supone la necesidad de conservar el entorno para mantener el ecosistema.
¿Ha afectado la crisis a la defensa del medio ambiente?
Sí, de una manera terrible. Admito una tremenda decepción personal al respecto. Pensé que las inquietudes medioambientales se habían implantado ya de forma permanente. Pero en cuanto faltó el dinero, dejó de importar. Hemos visto que se llega al punto de cambiar a toda velocidad las leyes con tal de que la protección no suponga freno a una operación económica. Por otra parte, también nos afecta en el entorno académico. En el CSIC, de más de 200 plazas convocadas para investigadores hemos caído a poco más de 20, un 10%.
¿Puede cambiarse en el futuro a una economía más verde, como se comentaba antes de la crisis?
No tengo muchas expectativas. Pensé que esta situación sería una buena oportunidad para impulsar un nuevo modelo económico, pero me ha desazonado ver cómo progresivamente se imponían recetas similares a las que ya fracasaron. Por ejemplo, un Gobierno en teoría concienciado como el nuestro y que, sin embargo, propone como solución para el paro que se consuma más y más. Me parece de pura lógica que un sistema basado en estas premisas en un entorno finito no puede durar.
¿Es optimista sobre el futuro de España en este contexto?
Creo que hay un tópico que es real, y es que este es un país con capacidad para salir adelante. Es una buena ocasión para hacer algunos esfuerzos; por ejemplo, ajustar un Estado de las autonomías que no se ha coordinado bien, como vemos en temas medioambientales. Por otra parte, hay tendencias negativas: ese nuevorriquismo que se ha fomentado a golpe de construcción, o el ambiente cainita, casi de Guerra Civil, que cunde entre los políticos, que no en la población.