"La selección es un compromiso y Gasol volverá a cumplir con él"
Las selecciones de baloncesto han sumado 40 medallas en distintas categorías desde que José Luis Sáez ascendiera a la presidencia de este deporte en 2004, un récord histórico que incluye la actual condición de campeón de Europa y del mundo. A partir del próximo 28 de agosto el equipo español defenderá este último título en el Mundial de Turquía.
Los jugadores españoles que triunfan se marchan a la NBA. ¿Es algo positivo o negativo para la selección y para el baloncesto español en su conjunto no tenerles aquí?
Lo normal es que cada uno busque trabajar en la mejor empresa, y la NBA lo es en el mundo del baloncesto. No creo que las fronteras sean hoy por hoy tan importantes... Tener figuras globales redundará en que consigamos tener más practicantes para nuestro deporte. Además, tenemos la ventaja de que, a diferencia de otros países, los jugadores españoles que marchan allí mantienen su compromiso con la selección.
Desde algunos ámbitos se ha criticado la ausencia de Pau Gasol este año, por segunda vez en su carrera.
Es una circunstancia excepcional. Sé que existe una legislación al respecto, pero está totalmente obsoleta y no se aplica. A nosotros nos ha ido bien defendiendo la idea de que la selección no es una obligación, sino un compromiso. Pau ha demostrado sentir ese compromiso en numerosas ocasiones, y volverá a hacerlo. Además, hay que entender -cosa que algunos aficionados al fútbol olvidan- que nosotros tenemos citas de relieve cada verano: Europeo en los impares, Mundial y Juegos en los pares. Y el fútbol sólo tiene esa exigencia suplementaria en los años pares.
¿No socavan en exceso las ausencias, masivas esta vez, el interés por los Mundiales de baloncesto?
En efecto, es un problema. Entiendo que el máximo torneo, como en el fútbol, debería ser el Mundial. Como han hecho ellos, habría que convertir a los Juegos Olímpicos en un torneo con unas características específicas, como la limitación de edad. A nosotros, los Juegos nos suponen además un menoscabo, porque en ese año tengo los mismos gastos de desplazamientos o primas, pero no puedo mostrar mis marcas. Y para los equipos que no se clasifican es aún peor, puesto que es un año en blanco. La competición, además, es más floja al estar limitada a doce equipos con representación de los cinco continentes.
¿Qué posibilidades reales tiene España en el Mundial de Turquía?
Todas. Los restantes contendientes tienen más bajas que nosotros. España ya ganó la final del pasado Mundial sin Pau Gasol, no lo olvidemos, que se lesionó. Y el equipo ha mejorado desde entonces con la consagración de gente joven de muchísima calidad.
¿Cómo avanzan los preparativos del Mundial 2014 en España? ¿Han notado dificultades de financiación?
En tiempos de crisis, las marcas consolidadas, de calidad, son las que sufren menos, y el Mundial de baloncesto lo es. Necesitamos para el futuro, eso sí, desarrollar la marca Mundial 2014 para atraer nuevos inversores, y resulta muy importante trabajar en la cuestión de los incentivos fiscales. En particular, por nuestra idea original de prolongar en el tiempo el impacto del campeonato, para que el desembolso y su influencia no se limite a los 20 días de torneo en las sedes previstas. El Mundial debe dejar un legado también social y turístico.
¿Cómo están las negociaciones en relación con los incentivos fiscales?
Está realizada la petición y estamos a la espera de saber a partir de cuándo se puede introducir. Creemos que no habrá complicación, porque otros eventos de dimensiones similares lo consiguieron para sus patrocinadores.
¿Pueden avanzar las infraestructuras al ritmo previsto, en particular el nuevo pabellón de Gran Canaria?
Las inversiones firmadas van adelante y no hay motivo de preocupación. La presencia de las islas ha sido una prioridad en todo momento para nuestro proyecto. De igual manera que la presencia del País Vasco, con una ciudad amante del baloncesto como Vitoria, y Cataluña, con la sede de Barcelona. En todo caso, España es uno de los pocos países del mundo que cuenta con las infraestructuras básicas para organizar un torneo de estas características mañana mismo, si fuera necesario: tanto pabellones como hoteles, aeropuertos o carreteras. Eso sí, nos falta un pabellón de gran tamaño, un palacio de deportes pensado para el baloncesto con una capacidad superior a los 20.000 espectadores. Por ello, entre otras cosas, tenemos la puerta abierta a la posibilidad de que la final se dispute en el Santiago Bernabéu.
¿Se subirá finalmente el número de países participantes a 32, como en el Mundial de fútbol?
Seguimos trabajando sobre la idea de un Mundial de 24, con la posibilidad de 32 para 2018. Para que subiéramos a 32 tendríamos que plantearnos novedades: incluso, que se disputaran partidos del campeonato en otro continente. Nuestro reto es que cada partido sea interesante para los espectadores, bien por el hecho deportivo o por circunstancias suplementarias de promoción, turísticas, de desarrollo, etcétera.
¿Tienen las empresas buena imagen del baloncesto como inversión?
En el caso de la Federación, en el último año hemos renovado todos nuestros patrocinadores, con una porción de ellos incrementando su presencia. No sólo en la selección, sino también en nuestras competiciones y en los campeonatos de promoción.
Con la selección sumando triunfos, ¿no se ha pasado la oportunidad de recortar distancias con el fútbol?
No me considero competencia del fútbol. Ya se intentó una vez, en los ochenta, y nos equivocamos. Este año, el final de la Liga de Segunda División llevaba 60.000 personas a estadios como el del Betis. Nosotros no podemos estar a ese nivel, porque existe un fenómeno de identificación que en algunos clubes tiene casi cien años de existencia. El baloncesto, en cambio, padece precisamente problemas de identificación, con cuestiones como el cambio de nombre por la marcha de patrocinadores, cuando personalmente estoy seguro de que hay formas mucho más interesantes de conseguir retorno para las marcas que el nombre... Los cambios continuos de jugadores son otro problema; la gente, en cambio, sí se identifica con la selección, que mantiene un bloque definido que va evolucionando. Me preocupa ver que las gradas han ido envejeciendo; algo se estará haciendo mal si, con el potencial que tiene nuestro deporte, no conseguimos más. Falta autocrítica, buscar nuevos métodos, una visión más a largo plazo.
Esto nos lleva a la relación con la ACB. ¿Cuál es su balance, después de estas décadas de tensiones entre el baloncesto profesional y la Federación?
En casi todos los ámbitos, ahora mismo, se marcha hacia la concentración. Fusiones de empresas, uniones de todo tipo... Al baloncesto, ¿nos ha hecho más fuertes estar divididos? Creo que ha llegado el momento de empezar a pensar en trabajos conjuntos. El actual modelo hace que, por ejemplo, un patrocinador sólo tenga rendimiento ciertos meses, en invierno con la liga o en verano con la selección. Además, creo que los datos apuntan a que la Federación ha crecido, mientras otras entidades pueden estar pasando más dificultades. Y, por supuesto, a nosotros nos encantaría trabajar con marcas como la del Real Madrid o el Barcelona, ciudades como Valencia o Málaga... Los clubes podrían tener más fuerza y aprovecharse de ciertas deducciones fiscales que nosotros tenemos. Así que un modelo de colaboración beneficiaría a todos, aunque no es mi intención entrar en cualquier tipo de guerra o conflicto por una absorción.
En líneas generales, ¿sigue la actualidad económica? ¿Entiende lo que ha ocurrido en los últimos meses?
La sigo, pero no puedo negar que todo me ha pillado por sorpresa. Por supuesto, había síntomas, sabíamos que el crecimiento era en parte ficticio. Pero pasar de un día para otro de la euforia al desastre total de esa forma... Sí que hubiera pronosticado en algún momento una fase de decrecimiento paulatino, porque todos estábamos viendo cosas que no eran lógicas: comprar propiedades y conseguir plusvalías del 20% en tres meses fue algo corriente. Eso tenía que pararse. Pero, como a muchas personas, me resulta difícil entender que los agentes causantes del desastre vayan saliendo adelante por uno u otro lado y quienes tengamos que pagarlo seamos los ciudadanos que no participamos de la fiesta cuando las cosas iban bien. Espero que no se utilice todo esto espuriamente para que los pobres sean más pobres y los ricos, más ricos.
¿Ve alguna vía de solución?
No por ningún método de esos que quieren vender los gurús económicos, que confirmaron mi impresión sobre los expertos en economía que jamás pusieron una empresa y los asesores de liderazgo que jamás lideraron nada. Creo que la primera necesidad es un mensaje de cohesión social, de unidad, abandonando los partidismos que han retenido las medidas en España, y una reivindicación de la cultura del esfuerzo. Y también es fundamental renovar día a día la credibilidad, porque lo peor que nos dejará esta crisis es el encarecimiento de la confianza, que hoy se ha convertido en un valor que debe renovarse en cada momento.
La pregunta
¿Cómo le ha afectado la crisis? Mi mujer es funcionaria, con lo que le han bajado el sueldo, y a mí me han subido impuestos y retenciones, que también se notan. La Federación, por su parte, parece sólida tanto en su estructura como en la relación con patrocinadores; si no vamos a crecer, al menos sí que nos mantendremos. Sí que muchos clubes han sufrido, o incluso desaparecido, por su relación con empresas inmobiliarias. Por supuesto, conozco a personas a las que, casi sin comerlo ni beberlo, se les ha metido en una situación terrible, sin trabajo ni expectativas, con temas tan delicados como el de perder su propia casa.Respecto a otros países, ¿qué perspectivas de futuro tiene España?Sigo creyendo que tiene potencialidad para salir. Tenemos las armas y la capacidad para tirar adelante. Cuando viajas te das cuenta de las ventajas de otros, pero también aprendes a percibir que España reúne unas cualidades muy valiosas: tradiciones, pero también modernidad, buenos transportes y servicios, empresas con iniciativa, trabajadores cualificados... No tenemos nada que ver con esos países que han atravesado dificultades y con los que se nos ha querido comparar en ocasiones.