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Deportes

El cerebro, el jugador decisivo

Un buen equipo de psicólogos resulta fundamental para mejorar el rendimiento de un equipo deportivo.

Los clubes deportivos están realizando por la salud mental una apuesta ganadora, sabedores de que para obtener el máximo rendimiento físico es fundamental estar a tope mentalmente. Se trata de una máxima que se quiere inculcar a las nuevas generaciones de deportistas, como muestra la incorporación de equipos de psicólogos a las plantillas deportivas.

Hasta hace poco tiempo la creencia general vinculaba la visita al psicólogo con algún tipo de desequilibrio mental. Esta visión hacía que los deportistas tuviesen miedo a ser tratados por un especialista, sin tener en cuenta la ayuda que éste les podía proporcionar. Ahora ya se tiene conciencia de que el trabajo de los psicólogos deportivos no es solucionar problemas mentales, sino dotar a un atleta de unas mejores cualidades para que sea capaz de competir a un mayor nivel. Mientras que el entrenador prepara al deportista en la faceta física, el psicólogo es el entrenador de los jugadores en el aspecto mental.

De la importancia de la faceta psicológica son muy conscientes en el Sevilla y en el Atlético de Madrid. El equipo de fútbol andaluz cuenta con uno de los mayores equipos de psicólogos de los clubes españoles y europeos. Tanto es así que dispone de un psicólogo en todas sus categorías, desde el primer equipo hasta los benjamines. Su trabajo con la cantera es pionero, ya que no sólo se dedican a formar deportistas, sino también personas.

Realizar un buen trabajo mental desde que un deportista se empieza a formar es muy importante para evitar que el atleta sufra problemas psicológicos en el futuro.

Un caso dentro del Sevilla es el de Jesús Navas. El jugador, natural de la localidad de Los Palacios, padecía crisis de ansiedad durante largas concentraciones o viajes fuera de España. El buen trabajo realizado por los especialistas del club hizo que el canterano superase su problema y que pudiese acudir a convocatorias con la selección española.

Otro ejemplo reciente es el del portero del Barcelona Víctor Valdés. El catalán necesitó ayuda psicológica antes de cumplir la mayoría de edad, cuando aún jugaba en las categorías inferiores del conjunto azulgrana. Valdés sentía demasiada presión al defender la portería de su equipo, y se planteó en varias ocasiones dejar de jugar al fútbol porque no se divertía. La ayuda psicológica le ayudó a no tirar la toalla, y a que años después se convirtiese en uno de los mejores porteros de Europa. Más lejanos quedan los casos de Luis Aragonés o Iván Campo, los cuales también necesitaron ayuda de un especialista en algún momento de su carrera.

Fuera del balompié se encuentra la peculiar historia del baloncestista estadounidense Ron Artest, uno de los chicos malos de la NBA que se caracteriza por tener un fuerte carácter que en ocasiones le ha hecho mostrar su lado más agresivo. El alero de Los Ángeles Lakers dedicó el anillo de campeón de la NBA en junio a su psiquiatra, porque le ayudó a relajarse mucho durante los partidos. El jugador estadounidense reconoció a su vez que sufría ansiedad en los encuentros y que a veces mandaba le mensajes de texto con su móvil durante los descansos, según se encontrase mejor o peor.

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