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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La deuda pasa con nota un nuevo examen

Las emisiones públicas españolas continúan la senda de la mejoría iniciada a finales de julio y siguen recobrando atractivo entre los inversores. Ayer, el Tesoro cumplió con creces sus expectativas y colocó 5.500 millones de euros en letras a 12 y 18 meses -en el tramo alto de las previsiones- y lo hizo con una sobredemanda de 2,5 veces para la deuda a un año y de 3,85 veces para la de año y medio. Semejante tirón tuvo su expresión lógica en el descenso de la rentabilidad, que va alejándose de los máximos alcanzados en junio.

Ayer se pagó a un tipo medio del 1,83% (12 meses) y del 2,08% (18 meses), lo que implica unas rebajas del 17% y el 10%, respectivamente, respecto a la anterior emisión de julio. Esto supone una mejora a celebrar. Sin embargo, conviene no olvidar que dista de la normalidad, ya que todavía se duplican las rentabilidades que se pagaban por estos activos a principios de año. Lo que significa que no se ha recuperado del todo la confianza de los inversores en la deuda soberana española. Cabe concluir más bien que, de momento, la demanda está apuntalada por una rentabilidad ciertamente atractiva para este tipo de productos a plazos cortos, lo que no es baladí.

Parece claro que las rentabilidades no volverán a encauzarse definitivamente hasta que los mercados tengan la certeza de que la recuperación económica está consolidada. El aumento de la prima de riesgo española frente a la alemana debido a las nuevas dudas surgidas estos días sobre el crecimiento de los países desarrollados da una pista del comportamiento que va a mantener la deuda soberana en los próximos meses. Y a ello hay que sumar la debilidad del crecimiento del PIB español frente al del resto de las grandes economías comunitarias. El 0,2% del segundo trimestre puede ser una buena tendencia, pero sigue sin gustar a unos mercados que tienen como referente el 2,2% de Alemania en el mismo periodo.

Pero si el crecimiento débil juega en contra de la deuda soberana, la continuidad de los mensajes erráticos del Gobierno tampoco contribuye a generar confianza. Es indudable que los mercados han apreciado los esfuerzos de contención fiscal, las reformas de estos meses -con claridad la financiera y, en menor medida, la laboral- y, especialmente, la transparencia de la banca con la publicación de los test de estrés. Sin embargo, la marcha atrás en el recorte del gasto en obras públicas y su indefinición o el resurgir veraniego del debate sobre la subida de impuestos alentado por José Blanco -mientras Economía guarda silencio- no ofrecen una imagen seria. Los Presupuestos para 2011 deben despejar las dudas y demostrar que las cuentas públicas se podrán controlar sin dañar la actividad. Un sudoku nuevamente complicado que los mercados examinarán al menos con la misma lupa que las colocaciones del Tesoro.

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