Llega la hora de las operaciones corporativas
Los últimos movimientos corporativos relevantes que se desarrollaron en suelo financiero español se concentraron en el sector energético. Y todo apunta a que los próximos se disputarán en el mismo terreno, a juzgar por la operación en la que Actividades de Construcción y Servicios (ACS) se ha desecho de la mayoría de sus acciones en la concesionaria Abertis, para fortalecer su liquidez, tanto por la posición de caja como por la capacidad de endeudamiento sobrevenida. El primer paso dado por las empresas emergentes de construcción y servicios en 2006 (Acciona en Endesa, ACS en Iberdrola, Sacyr en Repsol) pretendía cambiar radicalmente el mapa de la propiedad de las empresas energéticas españolas.
Sin embargo, desde entonces sólo han culminado completamente dos procesos corporativos que han supuesto el cambio de control en las compañías: Endesa, hoy bajo dominio de capital público italiano, y Fenosa, bajo la égida ya de Gas Natural, que, bien está recordarlo, abrió las hostilidades con una opa fallida sobre Endesa. En Iberdrola, que ha ampliado notablemente el balance desde entonces, y Repsol, bien por la irrupción súbita de la crisis financiera, bien por los obstáculos puestos por los gestores, ni ACS ni Sacyr han culminado su primigenia y auténtica intención.
En el caso de Iberdrola, los gestores de la constructora no han ocultado su intención de ampliar su participación en la eléctrica hasta niveles que le permitan consolidar los resultados por puesta en equivalencia, como tampoco han ocultado sus deseos de participar activamente en la gestión, colocando sus consejeros, iniciativa bloqueada hasta ahora por el consejo y la junta de la empresa energética.
Aunque el enfrentamiento entre Iberdrola y su primer accionista reconocido (ACS, con un 12%) ha llegado hasta los tribunales ordinarios, con impugnaciones cruzadas de sus cuentas, la constructora parece seguir con el plan para incrementar su presencia en la eléctrica, y no parece que vaya a tener otro destino el dinero que atesore con la venta de más del 15% de Abertis, así como el que entre en su caja con la venta de su filial de logística portuaria o parte del que ya ingresó con la venta de sus posiciones en Fenosa.
Las operaciones corporativas, por tanto, se mueven, y no parecen encontrar obstáculos de financiación, pese al negativismo generalizado que envuelve a la economía española, incluso aunque uno de los actores sea una compañía de capital riesgo, sector que ha perdido mucho protagonismo y glamur en los últimos años. Aunque la economía está muy necesitada de una inteligente articulación de reformas, también lo está de operaciones corporativas que puedan funcionar como efecto multiplicador para la inversión empresarial y de particulares. En el caso de ACS y CVC en Abertis, primero abre el mercado, y seguramente desencadenará otras operaciones que ya se olfatean.