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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La cordura ha vuelto a los convenios

En esta ocasión, la realidad ha sido más poderosa que la ficción en la que se enrocan todavía algunos agentes sociales, y la sensatez ha imperado: la subida salarial pactada hasta julio ya se sitúa en el 1,29% -la más baja en medio siglo-; pero además, la mayoría de los incrementos de los convenios nuevos o revisados de empresa se han cerrado por debajo del 1%. Estas subidas implican, de facto, que una mayoría de comités de empresa ha desoído lo pactado en el Acuerdo de Negociación Colectiva por las cúpulas de la patronal y los sindicatos mayoritarios cuando determinaron en febrero que las subidas serían, al menos, del 1% este año.

Una buena parte de los trabajadores españoles ha comprendido como consecuencia de la crisis que no puede seguir soportándose el ajuste vía cantidades (empleo), y que hay que hacer un esfuerzo en precios (salarios), como única manera de conservar las empresas para las que trabajan y, con ellas, sus puestos de trabajo. Conscientes de la fuerte caída de la demanda, han aceptado que para recomponer el consumo, y así garantizar actividad en sus empresas, es preciso competir vía precio. Las rebajas en estos trimestres han sido brutales, cuando han proliferado todo tipo de ofertas comerciales. Semejante presión sobre los márgenes sólo se puede mantener con un ajuste en paralelo de los costes de producción, entre ellos los salarios, los más rápidos de articular y los más efectivos en el corto plazo, junto con la reducción de la remuneración del capital.

Así pues, se comprende que muchos representantes de los trabajadores se hayan dado un baño de realidad y han ido más allá de las recomendaciones de sus cúpulas sindicales aceptando sacrificios salariales, generalmente como salvaguarda del empleo. Unos por propio convencimiento, pero seguro que otros bajo la presión de sus representados, cada vez más dispuestos a rebajar sus emolumentos con tal de salvar su puesto de trabajo. No sólo se han producido subidas por debajo del 1%, también se han pactado congelaciones e, incluso, recortes en las nóminas.

Además, la sensatez ha ido más allá de los salarios. Tres de cada cuatro convenios firmados en este periodo han renunciado a asegurarse, mediante cláusulas de revisión, la recuperación de un poder adquisitivo perdido ya por muchos asalariados, dado que el IPC ha empezado a remontar y está ya por encima de ese 1,29% pactado.

No obstante, las empresas no pueden conformarse con la moderación salarial como única vía para competir. Es necesario apostar por nuevos productos y mejorar los procesos para ganar calidad y convencer a los mercados. La dificultad para obtener financiación y la escasa demanda desincentivan nuevas inversiones, pero además de ser imprescindible, es una manera de demostrar a las plantillas que su sacrificio tiene la recompensa del futuro.

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