Buenas sensaciones, serias tareas pendientes
La economía española llega al paréntesis estival con una sensación de cierto alivio, alimentada por el notable resultado logrado por la banca en los anhelados test de estrés y por su reflejo en la positiva evolución de los mercados, en general, y de la prima de riesgo nacional, en particular. El Ibex, por ejemplo, ha cerrado julio con una apreciación del 13,35%, el mejor dato desde abril de 2009. Y la prima de riesgo ronda ahora los 150 puntos básicos, cuando hace tan sólo mes y medio llegó a tocar un máximo de 221 puntos básicos
La evolución de los resultados de las grandes empresas también invita a atisbar algún rayo de mejoría. Las firmas que componen el Ibex han aumentado beneficios netos casi un 10%, han incrementado sus ingresos en torno a un 14% y han engrosado su Ebit más de un 15%. Todo ello acompañado de un extraordinario control de los gastos y con un apalancamiento cada vez más embridado. Pero no todo son luces. El análisis detallado de las cuentas muestran que gran parte del tirón viene del excelente comportamiento del negocio exterior especialmente en los dos grandes bancos, en Telefónica y en las constructoras. Además, es muy probable -todavía faltan datos para refrendarlo con datos concretos- que el comportamiento en las empresas del mercado continuo no sea tan sólido en cuanto a balance, pese a que nominalmente puedan presentar incrementos de resultados mayores debido al descomunal descalabro sufrido por las inmobiliarias el pasado año.
Un elemento adicional que invita a la esperanza son los continuos intentos de las empresas españolas por seguir ganando tamaño. Esta misma semana, Telefónica ha conseguido salvar todas las trabas políticas imaginables para cerrar la compra de Vivo a Portugal Telecom por la nada despreciable cifra de 7.500 millones de euros. La adquisición no sólo coloca al grupo que preside César Alierta en una posición de privilegio en el nuevo Eldorado de la economía mundial como es Brasil, sino que deja claro el mensaje de que sí hay dinero en el mercado para proyectos con futuro. Como parece que también empieza a aparecer el dinero en el entorno del mercado de deuda. En poco menos de dos semanas, Santander, BBVA y Bankinter han colocado bonos por más de 5.000 millones, eso sí, con tipos altos, en un mercado que parecía seco y cerrado.
Evidentemente, las reformas acometidas desde el Ejecutivo, sobre todo la de las cajas de ahorros, así como el gran esfuerzo de contención de déficit han contribuido a esas expectativas más positivas sobre la evolución de la economía española, que ha cerrado el segundo trimestre con un crecimiento superior al primero, tal y como adelantó el viernes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. No obstante, sería un tremendo error echar las campanas al vuelo y creer que la recuperación es ya un hecho. De ahí que Zapatero aconseje cautela. Los problemas no han desparecido. Y, sobre todo, el del paro. La encuesta de población activa (EPA) sigue mostrando una tasa de paro superior al escalofriante 20% y que hay 1,3 millones de hogares con todos sus miembros desempleados. Aunque también es cierto que en el segundo trimestre del año se ha creado empleo, cierto es que de baja calidad, por primera vez desde junio de 2008.
No obstante, cautela no es lo único que hará falta en los próximos meses. Es absolutamente imprescindible transitar con paso firme y sin mirar atrás por el camino de las reformas. Tanto para continuar recuperando la credibilidad perdida en los mercados como para establecer de una vez por todas el tan reclamado cambio de modelo económico que dé músculo a la economía española ante futuras crisis. Y ese tránsito va a tener sus primeros obstáculos en septiembre. El día 29, los sindicatos han convocado la primera huelga general de la era Zapatero. Una protesta doblemente dolorosa para el presidente del Gobierno porque le enfrenta a su sindicato, UGT, y a sus principios. La repercusión de la protesta, sea la que sea, no debe coartar a un Ejecutivo que aún debe acometer serios cambios en materia de pensiones, de políticas activas de creación de empleo, de educación o de justicia. Ya se intuye luz al final del túnel, pero todavía queda un largo y duro camino antes de poder disfrutarla.