España, al rojo vivo
Detrás de todo gran triunfo hay una gran historia. La selección española de fútbol nos ha regalado miles para escribir, rememorar y archivar en el arcón de los recuerdos. Sencillamente espectacular, vibrante, dramática, esforzada, de final incierto hasta casi el último minuto de la prórroga. Así fue la historia que vivimos, que compartimos, que nos conmovió, que hizo que tres y hasta cuatro generaciones se fundieran en un interminable abrazo.
España ha escrito la hoja más notable. No fue sólo ganar, sino cómo lo hizo. Premio FIFA al juego limpio, humildad ante todo, trabajo en equipo y espíritu de superación. España tuvo identidad. Respetó un modelo. Admirada y envidiada, pero España sabía a qué jugar y cómo jugar.
Hace ocho años que vivo en España y he sido testigo de la evolución deportiva del país en este tiempo. Nos estamos habituando a ver un español siempre en el podio. Lo damos por hecho, pero detrás hay mucho trabajo, preparación, esfuerzo y ganas de triunfar.
Recuerdo siempre un grafiti que estaba pintado en algunos camiones repartidores en mi Buenos Aires natal: "Muchos envidian mi éxito, pero pocos conocen mi sacrificio". Los nuevos embajadores de este país ganador son reconocidos y admirados a nivel planetario: Gasol, Torres, Nadal, Contador, Lorenzo, Mengual, Alonso, Casillas, García, Pedrosa, Domínguez, y no me alcanzan los renglones.
Una de las ventajas de estar presente en las redes sociales es que puedes tomar el pulso a lo que la gente de diferentes países piensa sobre determinados asuntos. En los días previos a la gran final del Mundial de fútbol mi universo online estaba volcado con la selección española. Mis contactos son bastante variopintos, aunque hay una cantidad importante de latinos, también hay muchos anglosajones. Claramente la balanza se volcaba del lado de España. No era sólo por afinidad cultural, familiar o emocional, La Roja generaba admiración en todo el planeta. Las señas de identidad de La Roja atraían y seducían. Había un plan, un modelo, un objetivo, un director, un equipo técnico, jugadores y un entorno de profesionales, todos alineados tras una idea. No es casualidad.
Si el deporte, llámese fútbol, tenis, baloncesto o automovilismo, puede movilizar a la gente hacia una sociedad mejor, bienvenido. El deporte puede y debe ser un canalizador. Es paradójico que en la misma tierra donde Mandela, que tenía una idea y un plan, logró la unión de un país, detrás de un equipo, un deporte, una final y una ilusión, España haya alcanzado la cima del mundo del fútbol.
De aquella Eurocopa, hace tan sólo dos años, a este techo del mundo sólo se ha mejorado, se ha perfeccionado, se ha evolucionado. ¡Qué oportunidad para el país de poder contagiarse de esta ola de éxito con contenido y fundamento para redefinir su identidad en el exterior y seducir al mundo! Tal y como magníficamente lo hizo este grupo de héroes, ahora transformados en leyenda. La Roja es pasión, es corazón, moviliza sensaciones en una época en la que es imprescindible conectar emocionalmente con los ciudadanos, con los consumidores, con los seguidores ¡Qué oportunidad! Terminó el Mundial. Ganó el fútbol, ganó España. Que no termine aquí.
Andy Stalman. Director general de Cato Partners Europe