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Directivos

La sabiduría del que no sabía hacerse el nudo de la corbata

Vicente del Bosque hace historia ejerciendo un liderazgo tranquilo.

Feo, fuerte y formal. Es el epitafio que figura en la lápida del actor John Wayne, y que bien podríamos emplearla para definir a Vicente del Bosque. Y un estilo de liderazgo que une más que divide. Feo: el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, le echó porque no encajaba con la estética del equipo blanco, y prefería a alguien que supiera hacerse el nudo de la corbata al estilo de su sucesor, Carlos Queiroz, y que diera bien ante las cámaras. Fuerte: ha sabido superar diferentes pruebas personales como profesionales, sin un mal gesto. Empezó este Mundial con muchas críticas, incluidas las de su antecesor al frente de la selección, Luis Aragonés.

Formal: porque ha demostrado tanto en la derrota como en la victoria estar en posesión de un saber estar y de una educación exquisita. Cuando trabajaba en el Bernabéu se conocía a cada uno de los jugadores de la cantera. Tenía el mismo trato con los galácticos que con los desconocidos. En el vestuario, repleto de egos, se hizo respetar por su ejemplo y por su seriedad, y no por su autoritarismo.

Salmantino, de 60 años, hace gala de un liderazgo sin estridencias. "Es el antihéroe, es una persona que está por encima de cuitas y de trampas, conoce el fútbol desde dentro y su gran éxito se encuentra en el trabajo que realiza de cohesión en el grupo", afirma Juan Mateo, presidente de Factoría de Cine Empresarial. No es un entrenador showman, al que le guste exhibirse por el campo, sólo se levanta del banquillo en contadas ocasiones. Deja todo el protagonismo a los suyos, en este caso, una selección cohesionada. Dicen que es observador, pero lo cierto es que aprovecha las fortalezas y no destruye aquello que funciona. Tal vez por ello tomó la decisión más difícil para todo directivo que quiera dejar su impronta en una organización, mantener, salvo algunos cambios por lesiones, al mismo equipo que ganó la Eurocopa en 2008, heredado de Aragonés. "Ha hecho muy bien la continuidad con el anterior seleccionador, y eso es muy difícil porque en una empresa cuando hay una buena herencia es cuando se fracasa", dice Ceferí Soler, profesor de recursos humanos de Esade.

No se ha librado de las críticas, pero tras el resultado del primer partido contra Suiza, el técnico no se ha bloqueado en la toma de decisiones. Ha sabido rectificar sin prepotencia. "Ha realizado los cambios perfectos, aunque en alguna ocasión no haya acertado. Puede que no sea el mejor técnico, pero sabe equilibrar los conocimientos con la habilidad de saber hacer equipo", prosigue Mateo.

Que Del Bosque estudia minuciosamente todos los partidos ha quedado probado en estas últimas semanas. No repite la misma fórmula en cada partido, aunque le haya dado la victoria. Cada alineación está calculada y cuando decide prescindir de Fernando Torres, que no está en su mejor momento, desde el primer minuto es que no va a permitir que Alemania salga favorecida por la debilidad del delantero centro. Toma decisiones firmes y consecuentes con su manera de entender el negocio. Basten dos ejemplos: cuando el Real Madrid ganó la novena Copa de Europa en Glasgow sentó en el banquillo en el segundo tiempo a la estrella del momento, Luis Figo. Y decidió prescindir de Casillas como portero en favor de César (Iker saldría ante la lesión del titular). "Es un ejemplo de liderazgo maduro, reposado, profundo y modesto, que sabe manejar los egos y los transforma en cooperación y compromiso", apunta José Medina, presidente de Odgers & Berndtson.

No sólo genera buenos músicos, sacando lo mejor de ellos, sino que genera orquesta: grandes profesionales que no ejercen de prima donna. Es lo que se denomina, matiza Medina, liderazgo de empowerment, aquel que saca lo mejor de cada miembro del equipo: permite el brillo individual, alineado y complementario al esplendor del entrenador. También es un liderazgo que entiende y permite el error, sabe arriesgar y tomar decisiones, sin herir a nadie.

Que repartan el dinero

En una sociedad líquida como la actual, así la definen los sociólogos, sabe navegar bien. "Hay tiburones, peces suaves, pero él es un experto en no contestar a las provocaciones, se maneja bien en el agua", puntualiza Soler, que destaca cómo gestiona los plazos, aunque tiene dudas de si en caso de fracaso sabría pedir ayuda externa. "Su liderazgo es clásico pero adaptado a la modernidad porque no levanta la voz y sabe trabajar con colaboradores. Ha actualizado los mejores valores", señala el profesor de Esade, quien considera injusta la prima económica que recibirán los jugadores si ganan el Mundial. "Del Bosque tiene que ser líder para decirles que ese dinero hay que repartirlo con la sociedad". Sería un ejemplo para pasar a la posmodernidad.

Su penúltima prueba llegará minutos antes del comienzo de la final, en la charla con los jugadores. España nunca ha ganado un Mundial y está a un paso de hacer historia tras una larga espera. Quizás el míster les recuerde a sus pupilos una frase que pronunció John Wayne en El Álamo: "Nada ocurre que no esté escrito, hay que dar tiempo al tiempo". Ese momento ha llegado.

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