Europa copa el Mundial
En estos tiempos de justificado europesimismo, el Viejo Continente se siente a menudo desbordado por la globalización. Pero durante el Mundial de Sudáfrica, Europa está demostrando que, al menos en cuestión de fútbol, sigue dominando uno de los deportes que inventó y exportó a casi todo el planeta.
Tres de los cuatro semifinalistas (en 2006, fueron los cuatro) son países europeos (Alemania, Holanda y España). En otro símbolo de continuidad, el cuarto semifinalista, Uruguay, fue el anfitrión y campeón hace 80 años de la primera Copa del Mundo (en 1930, tras derrotar a Argentina 4-2.
La lectura geoestratégica del éxito europeo tampoco debe llevarse demasiado lejos, porque el fútbol sigue siendo, prácticamente, cosa de dos continentes: Europa y América del Sur. Pero también en esa particular competición, los pioneros del llamado deporte rey pueden salir reforzados esta vez: por primera vez desde 1954, el empate en número de títulos mundiales entre los países europeos y latinoamericanos (ahora mismo, nueve a cada lado del Atlántico) puede resolverse a favor de una de las selecciones de esta orilla.
El primer Mundial celebrado en tierras africanos revela, en cambio, otras relaciones de fuerza más dolorosas, sobre todo, para los países menos desarrollados. Como en tantos otros ámbitos, la brecha económica sigue marcando el potencial y los resultados de los diferentes actores. Resulta significativo, por ejemplo, que todos los jugadores (salvo algunos argelinos) de las seis selecciones africanas participantes en el Mundial, hayan tenido que emigrar a Europa. O que en esas selecciones, salvo la argelina, el know-how, o sea, los entrenadores, tenga que ser importado (de Serbia, Suecia, Francia y Brasil en concreto). Así que, pase lo que pase el próximo 11 de julio en Johannesburgo en la final del Mundial, todas las pelotas siguen pasando por Europa.
Foto: El Manneken Pis de Bruselas, en pelotas, por Agatha Ruiz de la Prada (B. dM. febrero 2010).