El fisco ante la crisis
En teoría, a través del sistema fiscal se pretenden conseguir objetivos como la redistribución de la renta, la estimulación de la economía, etc. Pero habría que recordar que fundamentalmente los impuestos sirven para recaudar los ingresos necesarios para financiar el gasto público, y que en España la recaudación tributaria ha tenido una caída sin precedentes que no se ha visto en ningún país de nuestro entorno. En dos años, se ha pasado de tener un superávit de unos 20.000 millones de euros a un déficit de 110.000 millones de euros de déficit debido, en su mayoría, a la caída recaudatoria.
Un descenso de este calibre tiene varias causas que la explican. La primera es el decrecimiento económico que conlleva menor recaudación. Esto es casi lo único que admiten los responsables del Ministerio de Economía, pero es una explicación claramente insuficiente. La caída recaudatoria ha sido muy superior a la de nuestro entorno debido a la caída de los tributos ligados al sector inmobiliario. Este planteamiento es conocido y aceptado, si bien no se suele tener en cuenta que los tributos ligados al sector inmobiliario, como licencias de obras, ICIO, ITP, etc, se ingresan cuando se realizan las operaciones, que han sido financiadas mediante el endeudamiento masivo de empresas y particulares. Esto quiere decir que las Administraciones públicas que cobraban estos tributos estaban obteniendo unos ingresos extraordinarios que no volverán, al menos hasta que empresas y particulares reduzcan espectacularmente su deuda, y esto no parece que vaya a ocurrir mañana.
Las otras dos causas que han diezmado la recaudación tributaria son el aumento del fraude fiscal y los graves fallos de diseño de nuestro sistema fiscal. Ambas causas están interrelacionadas y son las que están detrás de una caída de más de 46.000 millones de euros de la recaudación del IVA y del impuesto de sociedades en dos años, lo que supone una caída del 40% y del 55%, respectivamente. En España hay un gravísimo problema de control fiscal que está empeorando con la crisis económica.
Ante esta situación es necesario adoptar dos tipos de medidas. En primer lugar, ante una caída recaudatoria estructural, como la derivada del fin del ciclo inmobiliario, lo único que se puede hacer es adaptarse y establecer un nivel de gastos compatible con los ingresos recurrentes que se obtienen. Es decir, que la Administraciones territoriales, que incrementaron sus gastos fijos y su estructura al calor de los ingresos inmobiliarios, deberían reducirlas drásticamente. Cuanto más tiempo se tarde en acometer este inevitable recorte, más doloroso será y más problemas se le generarán a la economía en su conjunto.
El segundo tipo de medidas se refieren a recuperar la recaudación cuya caída no es inevitable. Nos referimos a la caída provocada por el fraude fiscal y por la ineficiente regulación de algunos tributos. Esto pasa por reconocer que tenemos un gravísimo problema de fraude fiscal y de economía sumergida, y en consecuencia, debemos destinar más medios para combatir estas lacras.
Adicionalmente, focos de fraude perfectamente localizados como los módulos, que son un nido de facturas falsas o la subcapitalización de las empresas españolas que forman parte de grupos multinacionales, entre otras, deben ser objeto de reformas legales radicales. Por último, el régimen sancionador, los procedimientos inspectores y el delito fiscal deben reconfigurarse ya que no son en absoluto disuasorios de conductas antisociales de fraude, que se están traduciendo en menor recaudación, no sólo directamente sino también por disminución de la escasa conciencia fiscal existente en España.
Ante una situación de crisis gravísima en la Hacienda Pública, la prioridad debe estar en la recaudación y se deberían evitar ejercicios demagógicos sobre subidas de impuestos a los "ricos", que a la postre no supongan realmente recursos adicionales. En lugar de eso, el debate debería centrarse en que el impuesto que más afecta a las grandes fortunas, el impuesto de sociedades, es el que peor está funcionando en España y por ello debería reformarse.
La recuperación definitiva de la recaudación pasa por volver al crecimiento y a la creación de empleo, pero eso no será posible si no llegan recursos a empresas y consumidores porque lo absorbe todo la emisión de deuda pública. En consecuencia, la reforma de nuestro sistema fiscal debería ser una prioridad.
Francisco de la Torre. Secretario general de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE)