Obama impone la solución limpia
El durísimo discurso que el presidente de EE UU dirigió el pasado martes a su país exigiendo responsabilidades a British Petroleum por el vertido de petróleo en el golfo de México ha tenido un efecto inmediato: la compañía ha aceptado capitalizar un fondo de unos 16.300 millones de euros para costear las indemnizaciones a los afectados por esta catástrofe industrial. La disposición de los recursos para el fondo será paulatina para evitar el colapso financiero de la empresa, que tendrá, en todo caso, hipotecados sus resultados unos cuantos años. Además, la decisión de Obama de echar en la espalda de BP todo el coste de la reparación abrirá un serio debate en la industria petrolífera sobre la explotación en terrenos tan arriesgados. Si los márgenes han sido siempre más escasos por las profundidades de las que hay que extraer el crudo, pueden serlo más aún si en lo sucesivo tienen que contar con un sustancial sobrecoste de los seguros.
El presidente de EE UU, que ayer se reunió con la cúpula directiva de BP y resaltó una vez más su compromiso con una energía limpia que recibe ingentes cantidades de estímulos financieros, tiene que equilibrar los esfuerzos y los castigos para no paralizar grandes proyectos de inversión en marcha, entre los que están la exploración para la búsqueda de energías fósiles.