La economía china no está por el cambio
Los disturbios laborales marcan un momento de tensión en el desarrollo de China, aunque es demasiado pronto para calificarlo de histórico. Los días en los que China pierda su ventaja de bajos costes laborales continúan estando muy lejos.
Las huelgas en Honda, Hyundai y Foxconn pueden parecer un poco como lo que los economistas llaman el punto de inflexión de Lewis. Es decir, cuánto más escasa la fuerza laboral de un país, más envalentonada y con poder de negociación para reclamar aumentos salariales. A partir de ese momento, los salarios se incrementan de forma estructural. La realidad es que este proceso apenas ha empezado en China. Las huelgas recientes y los acuerdos salariales asociados parecen más un fenómeno local que estructural. La mano de obra es abundante, pero está en el lugar equivocado. Alrededor de la mitad del país vive en las áreas rurales, en comparación con el 10% de Japón.
Casi seguro que Pekín no dejará que el malestar empeore. Los sindicatos están controlados por el Partido Comunista. Y si eso resulta insuficiente para que los trabajadores obtengan demasiado poder, Pekín puede liberar mano de obra para la costa o cambiar la industria al interior.
La fase de cambio en China, cuando llegue, podría ser sorprendentemente rápida. La población envejece antes de enriquecerse -a diferencia de otros países que han seguido el camino del desarrollo-. Pero por ahora, interpretar una ola de huelgas como el final del trabajo mal pagado en China, parece prematuro.
Por John Foley