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Columna
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El oráculo se queda mudo

Warren Buffett abandonó sus francas maneras en Omaha. Desde luego no eran las adecuadas para una vista sobre Moody's en Nueva York. Como principal accionista de la agencia de calificación, Buffett se apoyó en la cansada y débil defensa de la "inmaculada crisis". Lo que no aportó mucho al debate. No hace falta ser un gurú de las inversiones para saber que los estadounidenses creían tontamente que los precios de las viviendas no bajarían, los reguladores no prestaron atención a las evidentes señales de advertencia y los accionistas no captaron la enormidad del problema. Sin embargo, Buffett sacó a relucir todos estos argumentos mientras esquivaba preguntas sobre los errores cometidos por Moody's y sus competidores.

Las agencias de calificación, sin embargo, cometieron algunas de las meteduras de pata más importantes. Calificaron con una AAA títulos que no habían entendido con prisa por mantener la cuota de mercado. Entonces degradaron muchos esos mismos títulos después de que el hedor de las hipotecas basura flotara en los mercados durante meses.

Las acciones de Moody's y McGraw-Hill, la empresa matriz de Standard & Poor's, han sufrido por sus errores. Y Buffett, que se presentó a regañadientes ante la comisión, se aseguró de señalarlo, mientras evitaba al mismo tiempo las preguntas más duras sobre el modelo de negocio de calificación. Su testimonio y el bombardeo televisivo ayudaron a las acciones a salir un poco de su agujero. Parece que cuando Buffet decide no ser totalmente directo, pone su boca donde está el dinero.

Agnest T. Crane

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