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Tribuna

Tiempo de cambio en la formación

Una cosa es predicar lo que otros deberían hacer para adaptarse a los tiempos, para cambiar, innovar y mantenerse competitivos. Otra muy diferente es saber aplicarse a uno las mismas recetas. La formación empresarial está sujeta a presiones similares a las que están revolucionando el periodismo, la música, la publicidad o los libros. Una combinación de nuevas tecnologías, nuevos paradigmas educativos y nuevos modelos de negocio amenazan los fundamentos sobre los que se ha construido la industria global de las escuelas de negocios.

Los cambios supondrán más y mejores opciones en la formación empresarial. Pero también acarrearán un proceso de destrucción creativa en el sector que creará nuevos ganadores y perdedores. Queda por ver cómo se conformará el nuevo panorama educativo, pero no hay que aventurar demasiado para prevenir cambios significativos. Al menos ocho tendencias son responsables de este punto de inflexión.

1. El contenido es gratis. Desde de que la escuela estadounidense MIT pusiera su catálogo de cursos en internet, sin coste alguno, y que escuelas de todo el mundo se lanzaran a una carrera sin fin por ofrecer más contenido abierto en iTunes y Youtube, nos debemos preguntar cuál es el valor competitivo de cada escuela de negocios. El contenido ya no lo es.

2. La tecnología ha ganado la batalla. La formación por internet no tiene por qué ser una versión pobre del aprendizaje presencial. En algunos casos ha demostrado ser superior. ¿Cuánta gente seguirá dispuesta a interrumpir sus carreras, mudarse a otro país e invertir dos años en asistir a clase para desarrollarse?

3. El precio de un diploma se ha disparado. Las matrículas han subido en los últimos años a una tasa de más del doble que la inflación. Esta tendencia no sólo no es sostenible, sino que ha creado un espacio competitivo muy atractivo para nuevos actores que consigan ofrecer calidad a costes razonables.

4. La avaricia rompió el saco. La gran recesión ha puesto en evidencia el sistema de valores dominantes. La sociedad ha dejado claro que necesita directivos responsables, dispuestos a crear valor real, contribuir al bien común y no hacer daño. Aún está por ver si las escuelas serán capaces de transformarse. Es sintomático que la madre de todas ellas, Harvard Business School, acabe de nombrar como decano a uno de los mayores críticos de los sistemas de valores actuales.

5. La acción ya no está en los mercados desarrollados. China y la India han dejado de ser la fábrica del todo a cien para convertirse en locomotoras del crecimiento mundial, frente de las batallas competitivas más encarnizadas y campo fértil de innovación. Escuelas que apenas se conocían hace 10 años han conseguido colocarse entre las mejores del mundo precisamente porque están más cerca de la acción.

6. El fin del pan para todos. Entre rankings y organizaciones internacionales de acreditación, las escuelas de todo el mundo cada vez se parecen más unas a otras. Todas enseñan lo mismo y todas dicen ofrecer resultados parecidos. Y, sin embargo, sabemos que no todo el mundo busca lo mismo ni aprende igual. El éxito futuro no se medirá por lo bien que hacen el mismo conjunto de cosas, sino por el valor diferencial que ofrecen.

7. Menos administradores, más creadores. Mi amigo Po Chung, fundador de DHL International, siempre dice que las escuelas de negocios saben mucho más de pediatría (cómo administrar empresas que ya existen) que de obstetricia (cómo dar a luz nuevas empresas). Y sin embargo, de nada vale la administración si no se crean empresas nuevas. Las economías sólo pueden mantener su crecimiento cuando generan un caldo de cultivo de nuevas iniciativas. Las escuelas de negocios han de demostrar que son capaces de formar creadores y no sólo administradores.

8. El proteccionismo es historia. La educación es uno de los últimos dominios hiperregulados donde los Gobiernos se resisten a dejar entrar competidores de fuera. Pero los muros de contención están siendo derribados, bien por modelos de educación a distancia que no entienden de fronteras, bien por políticas agresivas enfocadas a crear focos de oferta educativa competitiva.

Ángel Cabrera. Presidente de Thunderbird School of Global Management

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