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Columna
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El primer paso, pero no el último

Las cajas de ahorros españolas están apresurándose a alcanzar la fecha límite establecida para las fusiones. Cuatro cajas de Valencia, Asturias, Extremadura y Cantabria tienen previsto combinar algunas operaciones para crear la quinta institución más grande por activos. La llamada fusión "fría" tiene algún sentido, pero las sinergias parecen limitadas y el riesgo de ejecución alto. Además, el grupo combinado todavía necesitará dinero del Estado.

El acuerdo, conocido como un sistema de protección institucional (SIP), está a medio camino de ser una fusión completa y parece complejo. Las cuatro unirán su capital en un holding. Cajastur y Caja del Mediterráneo tendrán una participación cada una del 40%, y el resto dividido entre las otras dos. Las cajas combinarán también su tesorería y su gestión de riesgos, con una calificación crediticia conjunta. Esto tiene ventajas y debería facilitar su acceso al mercado para financiarse.

La estructura es popular entre los políticos, ya que permite a las instituciones mantener su independencia. Pero a falta de detalles, el ahorro de costes parece limitado. Cada banco mantiene su propio órgano de gobierno, activos, estructura legal, y marca. Lo que es más, hay riesgo de ejecución. Cajastur está todavía en proceso de toma de control de Caja Castilla La Mancha, la entidad rescatada por el Banco de España el año pasado.

La entidad financiera resultante tendrá una ratio de capital Tier 1 del 9,4%. Sin embargo, todavía tendrá necesidad de pedir dinero al FROB -que debe terminar el 30 de junio- probablemente para apuntalar el capital de sus miembros más débiles y anticiparse a las necesidades de regulación.

Otras cajas de ahorros españolas contemplan fusiones "frías" parecidas. Pero estos acuerdos son sólo un primer paso. Si España quiere de verdad purgar su sistema financiero, parece inevitable otra ola de fusiones más completa en un futuro próximo.

Fiona Maharg-Bravo

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