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Tribuna
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Los ases del statu quo

Muchas de las grandes organizaciones, públicas y privadas, de este país son las campeonas del statu quo. ¿Asumir un riesgo para poner en juego una posición actual de privilegio? ¡Ni hablar! Y todo ello a costa de las grandes oportunidades y de la creación potencial de riqueza que se dejan escapar. O, lo que es peor, incluso ignorando terribles riesgos hasta que, a veces, es demasiado tarde. Y, no nos equivoquemos, no se trata del egoísmo emprendedor del que hablaba Adam Smith, sino de un conservadurismo egoísta y mutilador. Mantener la silla, el cargo y unos derechos adquiridos casi siempre acaban pesando más que cualquier tipo de concesión al interés general.

Los propósitos iniciales de Obama con respecto a Wall Street podrían tener algún efecto. Ahora bien, no hay ni buenos propósitos ni ética que valgan. Seamos realistas: sólo un cambio en el sistema general de incentivos (económicos) que pongan al mismo nivel el interés egoísta de unos pocos y el bien general, nos permitirían cambiar el actual statu quo.

Pero, seamos aún más realistas, ¿y si no cambiamos la estructura de incentivos? Después de todo sólo faltaría que algunos iluminados de turno, y los hay, destruyan las dinámicas positivas, que también las hay, de los mercados. Es más, supongamos que los que se llevan bonus e incentivos a razón de millones de euros, sin arriesgar un patrimonio propio, nos convencen de que, sin duda, los merecen. Supongamos, asimismo, que los altos cargos políticos, a veces sin legitimidad contrastada, nos aseguran que los privilegios asociados a su posición son absolutamente necesarios. ¿Quedaría aun así alguna medida sencilla para cambiar de forma significativa el orden de cosas?

En realidad, el principal problema que han sufrido nuestras economías es la visión a corto plazo, beneficios y votos, que impide una distribución de recursos orientada a más largo plazo. ¿Deberíamos quizás diferir una serie de años, y por tanto sujetar a más largo plazo, el pago de incentivos? Ya basta del "yo hago lo que sea (en mi beneficio y a costa del bien general) porque, total, dentro de unos años ya no estaré ahí". Pues bien, "si no vas a cobrar hasta dentro de un número considerable de años, seguro que irás con más cuidado".

Hay que responsabilizar de forma eficaz la gestión, pública y privada, a medio y largo plazo. Empecemos a poner propuestas sobre la mesa.

Juan Ramis-Pujol. Profesor del Departamento de Dirección de Operaciones e Innovación de Esade-URL

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