Tener un caballo por sólo 60 euros
Cada vez es más común ver en las carreras animales pertenecientes a la cuadra de un grupo de amigos
La hípica, igual que el golf, la vela o el esquí, son los deportes que cualquier encuesta popular metería en el saco de reservado para ricos. Y, sin embargo, en los últimos años cada vez son más permeables a las clases medias-altas. En el caso de los caballos, se está empezando a imponer el régimen de multipropiedad, que consiste en que un grupo de amigos se compran y mantienen un caballo de carreras. Una práctica relativamente común en países como Francia o Reino Unido que aquí se está empezando a popularizar.
La inversión necesaria no es demasiado abultada. El primer paso es comprar el animal, que se puede conseguir desde 2.000 euros. A partir de ahí, los costes mensuales del corcel rondan entre los 1.000 y los 1.500 euros, incluyendo al entrenador, el alquiler del box (establo individual) en un hipódromo y las revisiones veterinarias necesarias. La comida la pone el entrenador, que se ocupa también de preparar al caballo, corregirle maneras y determinar para qué tipo de carrera está mejor capacitado.
Racing Pardo fue una de las primeras cuadras en régimen de multipropiedad de España. Juan Luis Moreno, gestor de proyectos informáticos, decidió un buen día comprar un caballo junto a cuatro amigos con los que se reunía todos los fines de semana para ver las carreras, apostar por teléfono y comentar la temporada de tal o cual animal. Contrataron a una agencia la selección y compra de un animal en Irlanda y su transporte hasta España. Llegaron a ser 35 socios, aunque ahora mismo son 18. "Pagamos 60 euros mensuales", explica. Aunque otras cuadras en este régimen, como la de Carlos Santos, de la Asociación Española de Propietarios de Caballos de Carreras, imponen cuotas más altas: en su caso, cada uno paga una cuota de 150 euros. Eso sí: son sólo siete amigos.
Los costes mensuales del corcel suponen unos 1.500 euros, incluyendo entrenador, establo, comida y veterinario
Una ganga por tener a tu propio corcel en la pista, lo que para los apasionados de la hípica es todo un lujo. "Hay gente que llega los domingos, hace sus apuestas, ve las carreras y se va. Nosotros estamos metidos en las tripas del mundillo: nos juntamos los viernes en la cuadra y hablamos con el entrenador, vemos cómo evoluciona el animal, discutimos en qué carreras le conviene correr, etcétera". En pocas palabras: es como tener tu propio equipo de fútbol.
Aunque quien monta a la bestia, por unos 60 euros más el 10% del posible premio, es un jockey profesional. "Al caballo nosotros sólo le acariciamos", comenta Gerardo Torres, periodista de profesión y propietario (junto a 12 amigos) de la cuadra Alvero, fundada en Sevilla y trasladada a Madrid. "Son como atletas: no se les saca a pasear". Gerardo lo tiene claro: tener una cuadra, que en términos legales es una sociedad civil de responsabilidad particular, también significa "juntarse con los amigos todos los fines de semana, tomar algo y alegrarse mucho más cuando el caballo gana alguna carrera que si fuera sólo tuyo".
La clave está en hacer una buena compra
Comprar un caballo no es como hacerse con un coche: al segundo se le pueden cambiar las piezas, mientras que al primero no. De ahí que sea fundamental prestar atención en el momento de la adquisición.En toda subasta de caballos, que es donde se llevan a cabo la mayor parte de transacciones, lo primero que recibe el comprador es un catálogo con el pedigrí de cada animal. Esto es, el historial de victorias de sus padres, abuelos y hermanos.Ya delante del corcel, según los entendidos, hay que ver que pise bien haciéndole andar y comprobando que tiene un buen equilibrio, no inclina las manos (patas delanteras), que no tenga ningún sobrehueso, etcétera.Los precios pueden oscilar desde unos 2.000 euros a varios millones. Lógicamente, nada que ver los más baratos con las joyas pura raza.Aunque eso no quiere decir que las carreras de élite estén reservadas a los ricos. Carlos Santos recuerda que Motivator, que pertenece a una cuadra multipropiedad, ganó hace cinco años el gran derbi de Epson, uno de los más prestigiosos (y mejor remunerados) del mundo. Un buen ejemplo a seguir.