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A fondo

EE UU sitúa al euro bajo la lupa

Sorpresa primero. Alivio momentáneo después y, por último, renacimiento de la desconfianza. Así se recibió en EE UU el megapaquete de ayuda pactado el fin de semana por los ministros de economía europeos.

El acuerdo que trabajosamente salió adelante en Bruselas desvelaba unas cifras impresionantes para lo que se conoce en algunos círculos como Le TARP, la versión europea del plan de rescate de la banca de Washington, aunque en este caso, en versión soberana. Pero en EE UU no sólo se quería dar la bienvenida al paracaídas que salió de Bruselas el domingo, sino también a medidas de ajuste fiscal de países considerados débiles, como las que anunció el miércoles el Ejecutivo español o antes el Gobierno griego, y a reformas para ganar en productividad que permitan afrontar la crisis con decisión. De otra manera, se augura una lánguida actividad por mucho tiempo que no beneficia a la divisa, máxime cuando Estados Unidos ha iniciado ya el crecimiento y Asia echa humo.

Ben Bernanke, presidente de la Fed, consideraba el martes que el plan europeo no era en si mismo una "panacea", según contó un senador que se reunió con él.

Y en EE UU, donde el euro está en observación, se duda cómo resolverá políticamente la apertura de tantos frentes. "Las políticas de austeridad y rescate son difíciles de implementar, a los votantes no les gustan", explicaba ayer en la radio uno de los mayores gestores de renta fija, Mohamed El Erian, de Pimco. El revés a Angela Merkel en las elecciones regionales, la convocatoria de huelga de funcionarios en España y las imágenes de las manifestaciones en Grecia (que han causado una fuerte impresión) han sembrado la semilla de la duda en muchos gestores de capitales que hasta hace poco apostaban por el euro y ahora cuestionan el efecto del descontento popular sobre las reformas.

Por ahora, el plan europeo del fin de semana se ve como una herramienta para ganar tiempo, que combate deuda con más deuda (como el TARP), que acarrea moral hazard, pues no se percibe que haya incentivos para la mejora económica, y que, por su estructura, puede perjudicar el riesgo crediticio de economías como Alemania y Francia.

Inevitablemente, las dudas político-institucionales vuelven a ganar peso. "Una política monetaria que sirva para todos los países del euro" se ha revelado equivocado si no hay unidad fiscal y económica. En EE UU hay Grecias pero el dólar tiene su base en un estado federal fiscal, lo que marca la diferencia.

Según El Erian, el euro seguirá depreciándose hasta que el mercado se convenza de que hay una solución a la deuda y "que lo malo no contamina a lo bueno". Los analistas como los del RBS no descartan que llegue a la paridad con el dólar.

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